Para los campesinos indígenas de esta etnia, la arena desértica “siempre trae pérdidas”
Mérida, Yucatán.- Sabemos que el arribo a la Península de Yucatán del polvo del Sahara no es fenómeno nuevo y los mayas no sólo lo conocían sino que se preveían sus daños y hasta hacían conjuros para protegerse de los males que el fenómeno traía.
El agrónomo y mayista Bernardo Caamal Itzá recuerda -en una transmisión en vivo que realizó en Facebook- que, cuando niños, su abuela les pedía arrojar cenizas de la leña con la que cocinaban para “diluir” el “cielo rojo” (“chaknikeenka’an”, en lengua maya).
Como hemos informado, desde el lunes pasado una enorme “nube” de arena del desierto africano, tras viajar más de ocho mil kilómetros, “tocaron” tierra peninsular. Una de las consecuencias de este fenómeno es que, desde entonces, la calidad del aire en la región ha sido mala y poco saludable para los humanos.
“‘Niños, entren; no se queden allá afuera’, nos decía en maya mi abuela”, recuerda el también comunicador. La consigna era, en los tiempos de arena del Sahara “bañarse temprano y entrar (a la casa)”, pues permanecer a la intemperie los exponía a las enfermedades.
Explica que el “daño” del polvo no era (es) sólo para la salud humana, sino también para sus cultivos porque los llenaba de hongos, sobre todo a las sandías, melones y pepinos. “Aunque no hay estudios comunitarios, para la gente del campo (la arena) siempre trae pérdidas por los hongos”, reitera.
Estos microorganismos van “quemando” las hojas y las amarillenta, lo que provoca que la fruta ya no crezca.
Por eso, Bernardo -experto en la milpa maya- recuerda que aun cuando las cabañuelas -forma de pronosticar el estado del tiempo- han tenido un “desfase” desde 2010, lo que impide prever con mayor seguridad los fenómenos-, la recomendación era (es) cultivar antes de la llegada de los polvos del Sahara, esto es en abril.