Mérida, Yucatán.- Autoridades locales reconocieron que la presencia de chicles pegados en las aceras, banquetas, parques y vialidades perjudican la imagen del Centro Histórico de Mérida, por lo que sugirieron medidas efectivas e incluso normativas o legales para contrarrestar este problema.

Ante los esfuerzos del Ayuntamiento de Mérida por demoler, reparar  y realizar trabajos de martelinado de acabado de piso de concreto para hacer seguros más de 40 mil metros cuadrados de  aceras y pasos peatonales, las autoridades llamaron a los ciudadanos a conservar en buen estado de las calles del centro

Humberto Sauri Duch, vicepresidente de la Fundación Plan Estratégico de Yucatán A.C, y César Bojórquez, coordinador de Funcionamiento Urbano del Ayuntamiento de Mérida, lanzaron el exhorto ante el avance en un 60 por ciento de los trabajos de reparación de las calles del primer cuadro.

El problema es que por doquier en los pisos existen manchones negros que corresponden a chicles tirados e impregnados en el concreto o pavimento que son difíciles de retirar, problema que también afecta a todas las ciudades del país, dijo el experto en Desarrollo Urbano de la citada fundación.

Aludió al caso de la ciudad de México, donde un estudio reveló la existencia de 70 gomas de mascar por cada metro cuadrados, lo que implicó la adquisición  de equipo de limpieza especial de importación alemana con un costo superior a los 50 mil dólares (cerca de un millón de pesos). 

via_publica_chicles“El problema es de tipo cultural, educativo. Si la gente no aprende a respetar sus espacios, seguirá el problema de los chicles”, recalcó César Bojórquez, quien recordó que durante su gestión como alcalde de Mérida (2007-2010) buscó resolver este problema con la adquisición de un equipo especial.

“El problema es que dicho equipo, aunque limpiaba y retiraba los residuos de chicle, rascaba o dejaba marcado el piso, por lo que tuvimos que interrumpir los trabajos”, puntualizó el funcionario municipal.

Sauri Duch se pronunció porque los regidores del Cabildo de Mérida e incluso los diputados del Congreso local elaboren una ley que prohíba el consumo de chicles en la ciudad, como ha ocurrido en países como Singapur y Tailandia, donde el producto se convirtió en un problema de salud pública y de seguridad en materia de transporte.

El gobierno de Singapur determinó que dicho material pegajoso ha perjudicado el funcionamiento de metros, trenes y ascensores. Los chicles usados y pegados a las puertas del metro impidieron en cierta ocasión el cierre de éstas, lo que activó el mecanismo de seguridad, frenó el tren durante horas y motivó la evacuación de todos los pasajeros.

Por ello, desde 1992 mantiene la prohibición de masticar chicle por considerarlo de “daño público” y tirarlo en la calle implica una multa cercana a los 38 mil dólares, medida que aplicó posteriormente Tailandia, en tanto que naciones europeas como Holanda realizan una permanente campaña educativa para evitar se tiren gomas de mascar en parques y calles.

(Jesús Mejía)