Hugh Herr tenía tenía 17 años cuando sufrió un accidente de montaña que cambió el curso de su vida.

Fue en 1982, cuando el hoy célebre ingeniero del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés), en EE.UU., se perdió durante una escalada en New Hampshire y pasó varias noches a temperaturas inferiores a los 20 grados bajo cero.

Herr sobrevivió, pero debieron amputarle ambas piernas por debajo de las rodillas.

Frustrado por la falta de funcionalidad de las primeras prótesis que le ofrecieron, el científico decidió dedicar su vida a diseñar y crear piezas que sí le permitieran, a él y a cientos de personas, recuperar la libertad de movimiento.

Herr recibirá en octubre el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica por las prótesis biónicas que ha venido diseñando durante dos décadas.

Y la máxima que ha guiado su vida desde su accidente está en el corazón de su profunda pasión por innovar.

“Los seres humanos no se rompen, es la tecnología la que es insuficiente”

“Luego de mi accidente, me di cuenta rápidamente que un ser humano nunca puede ser ‘discapacitado'”, dijo Herr.

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(Información completa: bbc.com/mundo)