Mérida, Yucatán.- “La gente quiere, pero no tiene para pagar”.  Así resume Pepe la jornada de venta de banderitas, cornetas, sombreros, peluches y toda suerte de baratijas con los colores verde, blanco y rojo, a unos días de las fiestas patrias del 15 de septiembre.

Con su vehículo de carrizo, en el que sobresalen banderas de diversos tamaños, el comerciante es uno de los más de 40 que se encuentran en el Centro Histórico y plazas comerciales de Mérida repleto de mercancía como matracas, baleros, abanicos, rehiletes, cornetas y hasta vestidos de china poblana.

Ubicado en el punto neurálgico del comercio meridano, en la esquina de las calles 65 por 56, a unos cien metros del principal mercado de la ciudad, el Lucas de Gálvez, Pepe no pierde la paciencia pese a que las personas, unas tras otras, se acercan a preguntar precios, pero no compran y se retiran.

¿Cómo están las ventas? Se le inquiere y responde, tajante, sin duda alguna: “La gente quiere, pero no tiene. Quiere llevarse una banderita para su casa o un juguete para el hijo. Se ve que tienen ganas, pero lo piensan y uh, no se lo llevan porque no tienen lana”.

Menciona que a comparación de otros años, ahora las ventas son bajas porque el dinero que gana la gente, dice, no alcanza para más.

Sobre los precios, señala la bandera más grande, de unos dos metros de largo por un metro de ancho, la cual vale 260 pesos, la que le sigue de un metro por 50 está en 80 pesos, y los hay en orden descendente de 40 y 20 pesos la más chica.

¿Crees que el sentimiento, amor por México sea cada vez menos? ¿Qué opinas?  Se le pregunta otra vez a este joven de unos 25 años de edad, quien sencillo, elocuente, nada tímido, responde: “No creo. Mucha gente viene a preguntar. Se le ve en los ojos a la gente que quieren su bandera, su recuerdito, pero no le alcanza”.

“Yo creo que la gente quiere su bandera  quiere a México. Lo malo es que hay unos hijos de la ch… que no ayudan, y se tranzan la lana en vez de apoyar al pueblo. Neta”, añade sin titubeos el vendedor, detrás de su puesto móvil en el que resaltan también las flautas, tambores, faldas, blusas y muñecas de trapo.

Se le cuestiona por el puesto de carrizo, el cual dice que no es suyo. “Me pagan comisión por las ventas y aquí estamos”, exclama Pepe, quien deja la charla para atender a una joven señora que pregunta los precios de las enseñas tricolores, en cuyos ojos se le ven las ganas de llevarse una bandera mexicana.

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(Jesús Mejía)