Algunos republicanos están “genuinamente preocupados” por la amenaza que parece representar el presidente Donald Trump al orden constitucional en EU, y parecen considerar al vicepresidente Mike Pence como un posible sustituto, según señaló el demócrata Richard Brodsky en una columna en The Huffington Post.
El exasambleísta por Nueva York, durante 14 períodos, asegura que “los republicanos están lenta, pero seguramente contemplando la política y la mecánica necesarias para librarse de Trump”.
Mientras que algunos republicanos, señala Brodsky, consideran esta posibilidad debido a sus preocupaciones por la forma de actuar de Trump, otros ven el problema como algo meramente político, considerando la fuerza de los votantes republicanos de Trump. Pese a esto, señala el columnista, todos estarán buscando la solución más fácil y todos preferirían a Pence.
“El orden republicano ya está allí. Mike Pence es todo lo que podrían esperar: está a favor de recortar impuestos, es anti-gay, anti-aborto, anti-Obamacare, apoya el poderío militar, es el paquete completo. Los republicanos ya sólo están viendo cuándo y cómo “hacer el movimiento”, explica Brodsky. El reciente y sorpresivo despido de James Comey como director del FBI -quien investigaba los nexos entre el equipo de campaña de Trump y el gobierno ruso- provocó un escándalo en la política estadounidense, pues muchos han señalado la acción de Trump como un intento de encubrir o frenar la investigación, que podría llegar a afectar a figuras clave de su administración e incluso a él mismo.
Algunos señalan que este escándalo -o el posible hallazgo de pruebas sobre los nexos entre la campaña de Trump y Rusia- podría ser el detonante para que Donald Trump enfrente un juicio político que podría llevar a su destitución. “Cuándo y cómo” sustituir a Trump con Pence, serían las grandes preguntas que, según el político demócrata, se hacen los republicanos. Las razones legales para la destitución o remoción de un presidente son algo secundarias. Las lecciones de las destituciones de Nixon y Clinton son obvias y muestran que no se llega a una acusación como ésa hasta después de un tiempo en la Casa Blanca.
Primero, un presidente popular es intachable, no importa cuál sea la razón de su popularidad o de la acusación. Cuando Nixon estaba buscando su reelección la idea de un “impeachment” era absurda y siguió así hasta que desafió los tribunales; e incluso entonces su caída fue lenta. Por su parte, Clinton, atrapado entre mentiras, nunca estuvo en serios problemas, más allá de las ideologías en el Congreso. En realidad, su popularidad aumentó durante la acusación.
En segundo lugar, la lealtad partidaria es un impedimento para la destitución. Mientras los demócratas del Congreso se mantuvieron junto a Clinton, los republicanos se pusieron en contra de Nixon. Para Trump las cosas se complican pues sólo cuenta con el apoyo genuino de un puñado de legisladores conservadores en el Congreso. La mayoría sólo lo tolera, lo que indica que su situación podría empeorar.
Pero no tan simple como parece, explica Brodsky, “en casi todos los distritos del Congreso y todos los estados los republicanos fieles a Trump controlan las nominaciones. Parece que nada de lo que Trump haga puede hacer que dejen de apoyarlo.
En la opinión el columnista del Huffington Post, los acontecimientos cotidianos de la política tienden a resolver este tipo de contradicciones. “Nadie sabe lo que va a golpear a continuación. Pero hay cosas que hay que vigilar”, como las encuestas.
Establece comisión para investigar supuesto fraude electoral
El presidente Donald Trump firmó ayer una orden ejecutiva para crear una comisión que examinará el fraude electoral en Estados Unidos, a pesar de que no existe información que apoye dicha versión.
La comisión, encabezada por el vicepresidente Mike Pence, tendrá a su cargo examinar igualmente la supresión del voto, que ha sido identificada como un fenómeno recurrente en zonas con una alta presencia de votantes de raza negra y otras minorías.
Trump ha afirmado que hasta 3.5 millones de inmigrantes indocumentados votaron durante la pasada elección a favor de Hillary Clinton, aunque sin presentar hasta la fecha una sola pieza de evidencia para apoyar su dicho.
En semanas recientes el mandatario aseguró que, de no haber sido por esos votos a favor de la candidata demócrata, él habría ganado el voto popular, que en los comicios de noviembre pasado favoreció a Clinton.
De acuerdo con la orden firmada por el mandatario, la comisión estudiará los procesos de registro y votación utilizados en las elecciones federales, y deberá presentar un informe al presidente con sus hallazgos y recomendaciones.
La comisión deberá identificar aquellas leyes, reglas, políticas, actividades, estrategias y prácticas que generan la confianza del electorado en el sistema electoral, aquellas que la socavan, además de identificar sus vulnerabilidades.
Hay argumentos para proceso de impugnación
Expertos en derecho constitucional y activistas consideraron que la decisión del presidente Donald Trump de despedir al director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) puede sentar las bases para un juicio de impugnación en su contra que termine con su destitución.
Consultados por el sitio de noticias ThinkProgress, varios constitucionalistas señalaron que Trump cuenta con la autoridad legal de despedir al director del FBI, James Comey, tal como hizo el martes.
Sin embargo, precisaron que la decisión podría también interpretarse como una obstrucción de la justicia, lo que constituye un argumento legal para comenzar un proceso de impugnación en el Congreso.
Comey encabezaba la investigación para determinar la profundidad que tuvo la interferencia de Rusia en las elecciones de Estados Unidos, y si Trump y sus aliados estuvieron involucrados en esta estrategia.
En ese sentido, si Trump despidió a Comey para evitar que continuara tal investigación, la decisión podría generarle problemas posiblemente legales y ciertamente políticos.
David Cole, director legal nacional de la Unión Estadunidense para las Libertades Civiles (ACLU), indicó que si Trump despidió a Comer para bloquear la pesquisa, “como parece ser el caso”, la decisión “equivale a una obstrucción de la justicia”.
Por su parte, el constitucionalista de la Universidad de Georgetown, Louis Michael Seidman, expresó que la explicación más probable del despido es que Comey “estaba cerca de encontrar información sobre Trump que sería más perjudicial que el daño infligido” por la decisión sobre el jefe del FBI.
Seidman explicó que la cláusula sobre el proceso de impugnación de un presidente es “deliberadamente vaga” y no requiere que el presidente viole leyes criminales sino que basta con que se perciba que el mandatario se involucra en malas conductas relacionadas con sus funciones.
“No creo que haya ninguna duda de que esto podría ser visto como parte de un patrón que constituye delitos graves y delitos menores, lo que justificaría la destitución”, opinó Seidman.
Por su parte, Erwin Chemerinsky, de la Universidad de California en Irvine, declaró que el despido podría ser visto “como un abuso de poder”, que sería una ofensa suficiente para iniciar un proceso de impugnación en el Congreso.
Un proceso de impugnación puede ser iniciado sólo si la mayoría de la Cámara de Representantes y dos tercios del Senado concuerdan en que es necesario. Por ahora, con ambas Cámaras dominadas por republicanos, tal proceso parece imposible, aunque se acumula el malestar en la sociedad.
(elsiglodetorreon.com.mx)