Mérida, Yucatán.- Para la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) la alimentación saludable es una utopía, toda vez que la cuesta de enero ha encarecido aún más los alimentos esenciales como frutas, verduras, granos y proteínas, algunos hasta en más de un 100 por ciento desde 2018 a la fecha.

Mediante un estudio comparativo, la organización que agrupa a comerciantes al menudeo, planteó que el aumento de precios a los alimentos ha propiciado una caída del 25 por ciento en el consumo. La inflación es prohibitiva en lo que respecta a una sana alimentación, puntualizó.

Son los casos del tomate Saladet que en 2018 se vendía a 26 pesos el kilogramo y ahora se expende a 56.90 en promedio; la cebolla, que en ese entonces se comercializaba a 20 pesos y ahora se compra en 50 o más y la calabacita, el caso más precario, al inicio de este sexenio se ofertaba en 29 pesos kilo y a la fecha en 96 pesos, o sea, alzas del 116, 150 y 233 por ciento, respectivamente.

De mayor a menor variación en el precio por kilogramo, que oscila entre el 77 y 32 por ciento de 2018 a la actualidad figuran la piña (de 29.20 pesos pasó a 52.50), lentejas (de 26.50 a 42.33), papa (de 24 a 36), frijol (de 29.95 a 44.50), manzana roja (de 30 a 44.50), limón (de 26 a 38), arroz (de 21 a 29) y plátano (de 18.50 a 24.50)

Por su parte, las proteínas han incrementado su precio de manera importante en ese lapso: la lata de atún en agua se encareció en 55.62 por ciento; el filete de tilapia, 62.84; la milanesa de res, 79.47; la milanesa de cerdo, 45.60; la pechuga de pollo, 79.47; el huevo, 53.75 y la leche, 59.58.

La ANPEC especificó que en octubre de 2018 las tiendas de autoservicio vendían el atún en agua de 140 gramos a 13.80 pesos, pero en enero de este año vale 21.40; el filete de tilapia costaba 81.95 el kilo y ahora 133.45; la milanesa de res subió de 145 a 179, la pechuga de pollo de 97 a 174 pesos y el huevo de 54.70 a 84 pesos (30 piezas).

“A las familias no les alcanza. La inflación va a todo galope en la economía mexicana, haciéndose sentir en esta cuesta de enero, especialmente en los productos alimenticios esenciales que todo hogar requiere consumir para una adecuada nutrición”, asienta el análisis.

El documento demuestra que no es que la gente no quiera comer sano, su limitado poder de compra y el alto costo de los alimentos son los factores que se lo impiden.

“Las consignas de los académicos que exhortan a la población a tener una alimentación balanceada bordan en el aire, pues lo que convocan y evocan es una utopía en México…”, recalcó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.

Expuso que en los últimos tres reportes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se registra una tendencia al alza del fenómeno inflacionario, alcanzando el 5 por ciento la inflación general y colocándose por encima del 10 por ciento lo que respecta a alimentos.

“El impuesto castiga fundamentalmente a la población más vulnerable, que son los que mayor parte de sus ingresos destinan a la compra de alimentos. Es tan nocivo que afecta el estado de ánimo de la población, su capacidad productiva, su emocionalidad para llevar una sana convivencia social y, por supuesto, su salud”.

Urgen políticas y programas públicos que garanticen una alimentación saludable y balanceada y al mismo tiempo eleven la calidad de vida de las familias mexicanas, insistió el dirigente.

(Jesús Mejía)