Una larga lista de acciones cotidianas al parecer inocuas contribuyen a la emisión de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero.

Es fácil concebir que desplazarse en automóvil o encender una luz tengan una “huella de carbono”, pero mucho menos obvio es el daño causado por un mensaje de texto o consumir una botella de agua. A continuación el impacto ambiental de algunas actividades cotidianas:

  • Se estima que enviar un correo electrónico, por breve que sea, suma cuatro gramos de equivalente de CO2 (gCO2e) a la atmósfera. Para ponerlo en perspectiva, la emisión de carbono del acto de enviar 65 correos electrónicos equivale a trasladarse un kilómetro en automóvil. Los culpables son los gases de efecto invernadero producidos por la utilización de la computadora y los servidores pero también los emitidos al fabricar esos equipos.
  • Cada bolsa de plástico de las tiendas tiene una huella de carbono de 10 gCO2e, pero el impacto de las de papel es mucho peor, de 40 gCO2e cada uno. El agua embotellada comprada en el supermercado produce emisiones 1.150 veces superiores a las de la misma cantidad de agua tomada del grifo.
  • Cuanto más grande es la pantalla de televisión, mayor es la huella de carbono. Mirar dos horas de televisión en una pantalla de plasma de 24 pulgadas cuesta 440 gCO2e, equivalente a recorrer 1,6 km en auto.

(www.eltiempo.com)