Mérida, Yucatán.- De acuerdo con una investigadora de la UNAM, en los meses con los días más cortos (menos de ocho horas) las personas se deprimen, pero en primavera y verano, cuando duran unas 15 horas no presentan esta conducta, lo que se denomina Trastorno Afectivo Estacional (TAE) o depresión invernal.
Cuando hay poco periodo de luminosidad, explicó Verónica Alcalá Herrera, coordinadora de la Facultad de Psicología, el cerebro genera melatonina y produce sueño y ganas de descansar; además, echa a andar una serie de circuitos que disminuyen los niveles de serotonina, sustancia asociada al procesamiento del efecto en la depresión.
La luz, al entrar en la retina, activa una serie de circuitos comprometidos con los ciclos biológicos, es decir, va al hipotálamo y desencadena la producción melatonínica nocturna, indicó.
Al disminuir la claridad del día aumenta el nivel de melatonina (hormona producida al anochecer) y se alteran los circuitos comprometidos con el control de las emociones (sistema límbico), en donde se observa una disminución de la actividad de la serotonina.
Mencionó que no todos los individuos son sensibles a esta condición de ausencia solar, pero expuso que el TAE puede manifestarse entre uno y el diez por ciento de la población mundial.
Aclaró que el TAE es una condición diferente a la depresión como enfermedad, que es la de mayor incidencia y a la que debe prestársele mayor atención, ya que perjudica la interacción del individuo en lo laboral, personal y familiar, así como en los procesos cognitivos.
“Esto no es lo mismo que una tristeza al final del año, asociada a cierres de ciclos. Normalmente en esa época concluimos lapso personales y hacemos balance de fracasos, éxitos y pérdidas, y eso nos hace sentir alegres o decaídos”, puntualizó la investigadora en una publicación de Gaceta Universitaria, órgano de difusión de la institución.
(Jesús Mejía)