Fuerza, potencia, velocidad, resistencia, agilidad, salud, peso, diversión.

Son muchos los términos que utilizamos para definir el objetivo que queremos alcanzar cuando hacemos ejercicio, pero pocas veces nos detenemos a pensar cómo lo vamos a lograr y qué necesitamos para hacerlo.

Hablamos de bíceps, tríceps, abdominales, piernas, brazos, pecho, espalda, core, en fin, de todas las zonas que queremos trabajar y tonificar, pero nunca nos acordamos de las partes que son básicas para nuestra movilidad y que sólo vienen a la mente cuando sentimos un dolor o sufrimos una lesión.

Una de ellas son las rodillas, que a la vez es una de las zonas más afectadas cuando hacemos ejercicio.

Meniscos, ligamentos, tendinitis

El buen funcionamiento de las rodillas es clave para caminar, correr, pedalear, nada, saltar, agacharse e impulsarse, pero por su compleja estructura y tamaño se trata de una de las partes más delicadas de cuidar.

Las lesiones pueden tener un origen muy variado y se pueden presentar como una simple molestia o como un intenso dolor que puede necesitar intervención quirúrgica.

Pueden surgir por una sobrecarga como el síndrome de la banda iliotibial, que se produce por el sobreuso del tejido blando que se extiende desde la cadera hasta la rodilla; la “rodilla de corredor”, que se percibe como un intenso dolor por detrás y al lado de la rótula; o tendinitis, que es la inflamación o degeneración del tendón.

Pero también están las de mayor gravedad como el daño de los ligamentos, sean los cruzados -anterior y posterior- o los colaterales -el tibial o interno y el lateral externo.

(Información completa: bbc.com/mundo)