Por: Jesús Mejía
Mérida, Yucatán.- Sin simulaciones y como reflejo de las relaciones “de respeto” existentes entre el gobierno federal, estatal y municipal con la Iglesia Católica, autoridades encabezadas por el gobernador Rolando Zapata Bello acudieron a la multitudinaria misa por el 50 aniversario de la ordenación sacerdotal del arzobispo emérito Emilio Carlos Berlié Belaunzarán.
Una cofradía de altos dignatarios eclesiásticos, escoltados por hombres de tocado de plumas y banda al pecho pertenecientes a Los Caballeros de Colón, ingresaron junto con el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, y el festejado al recinto condicionado para la celebración de la eucaristía, en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI.
Para entonces, ya se encontraban en sus lugares, además del mandatario estatal, su esposa Sarita Blancarte; el subdirector de Desarrollo Social y Asuntos Religiosos, Carlos Carrillo Paredes; el alcalde de Mérida, Mauricio Vila Dosal; el delegado federal en Medio Ambiente, Carlos Berlín Montero, y el diputado federal Francisco Torres Rivas, entre otros personajes de la vida pública.
Con sus blancas casullas y mitras, ocuparon al mediodía su lugar en la parte alta del estrado esos ministros de rostros severos y adustos, entre ellos Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM); el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, y el arzobispo emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez.
También, como parte de la jerarquía católica, se encontraban los arzobispos de Monterrey, Hermosillo y Tuxtla Gutiérrez, así como los obispos de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua; Durango, Ciudad Valles, San Luis Potosí; Texcoco, Cuernavaca, San Juan de los Lagos, Hidalgo, Ciudad Obregón, Aguascalientes , Tabasco y Campeche, entre otros.
La presencia del presidente de la Confederación Internacional de la Unión Apostólica del Clero y canónico de la Basílica de San Pedro, Giuseppe Magrin, y del arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Andrés Cardenal Rodríguez Madariaga, le dieron realce a la celebración y dieron un tamiz de encuentro de la cúpula religiosa.
Con la solemnidad propia de la liturgia, Berlié Belaunzarán, como hizo en sus 20 años de ministerio en Yucatán, abrió la misa con la señal de la Santa Cruz, que secundaron unas mil 500 personas congregadas en el salón principal, entre ellas sacerdotes, seminaristas, laicos, misioneros, religiosas y feligreses.
El templete principal cobró mayor estatura con la colocación, en la parte central, del Cristo Negro de los pescadores de Sisal encima de un pedestal de madera, y en la parte frontal, con la mirada siempre perenne, la Virgen de Izamal con sus rayos de sol y su indumentaria verde.
Tocó al arzobispo Rodríguez Madariaga expresar la homilía, dedicada a la trayectoria y entrega de Berlié Belaunzarán, no sólo por medio siglo en el sacerdocio, sino por los 33 años de nombramiento como obispo en el Episcopado, con alusiones a fragmentos de Los Evangelios, en particular las parábolas de Jesús.
“Has llevado la cruz de cada día como generadora de amor y de resurrección. Has sido padre especialmente para con los sacerdotes, con los religiosos y religiosas y con todos los fieles cristianos laicos. Has sabido guardar silencio, confidencia y fraternidad, hermandad santa, comunión sin límites, comunicación con todos”, dijo a la concurrencia en alusión al festejado.
“Querido hermano y amigo Don Emilio, esta Acción de Gracias es la expresión de nuestra cercanía y comunión en tu gozo y tu gratitud al Señor. Estamos contigo y pedimos por ti a fin de que tu fidelidad y tu amor permanezcan hasta el final”, recalcó el ministro religioso hondureño.
Siguió la misa. Aportaron su limosna y todos rezaron el Padre Nuestro, incluso los funcionarios de los tres niveles de gobierno, quienes fieles a su formación religiosa católica, intercambiaron saludos, abrazos y besos en el rito de la paz.
La liturgia culminó con la comunión y la bendición general. Berlié Belaunzarán, como es su costumbre, sacó su anecdotario, recordó amigos, usó frases y agradeció públicamente la presencia del gobernador, su esposa, así como del alcalde de Mérida, con quienes, dijo, mantiene vínculos “de respeto”.
La misa se prolongó durante dos horas. Luego, la jerarquía católica y funcionarios de los tres niveles de gobierno convivieron y repartieron el vino, el pan y la sal en el Club Campestre del sector empresarial, con lo que refrendaron algo más que una relación institucional.
(Jesús Mejía)