Así lo considera la nutricionista Ana Molina quien alerta ante “el aumento cuantitativo de alimentos en detrimento de su calidad nutricional” motivado, entre otras razones, por la industrialización de los productos. Cada vez hay más alimentos, pero alimentan menos.

Y a esto se une que los países desarrollados optan por una alimentación rápida y artificial, vacía de nutrientes. Las anemias y las deficiencias en algunas vitaminas o minerales son algo común en las sociedades donde no existen problemas ni de abastecimiento, ni de desnutrición.

“Hoy día la sociedad vive cansada y cree que es normal, pero cuando cambia la alimentación nota la recuperación de la energía y se sorprende de que no sea por su ritmo de vida o por la edad”, señala a EFEsalud Ana Molina quien apunta que esa recuperación se percibe al cabo de una o dos semanas.

La mayoría creemos que “a más comida, más energía”, pero eso no es así cuando ingerimos alimentos vacíos de nutrientes que no aportan la vitalidad necesaria para un ritmo de vida en el que también influyen otros factores como el estrés.

“Cuanto mayor sea el nivel de estrés de un individuo, mayor será la cantidad de nutrientes que deberá ingerir para compensarlo”, explica Ana Molina en su libro “Lo saludable de los alimentos” (Cajamar).

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