Mérida, Yucatán.- Un domingo a las 4 de la tarde. Para la cita vespertina él eligió una camisa de manga larga azul.

Como las veces anteriores que ha visitado el estado, él camina con soltura y seguridad, sobresaliendo de la mayoría por su estatura. Quizá llame la atención por este hecho, pero este visitante es nada menos que Juan Villoro.

El parque de Santiago, cuna y anfitrión de personajes ilustres cuya influencia es mundial, se vistió nuevamente de gala para recibir al escritor, quien con una firma de libros encabezaría la reapertura del Centro Cultural “Leer por placer”. El espacio se encuentra en la calle 72 entre 57 y 59, a un costado del parque.

Y aunque se anunció que el evento comenzaría a las 4:30, los seguidores de Villoro acudieron desde mucho antes. Con un libro del autor en la mano, esperaban pacientemente su llegada mientras bebían un café.

Acompañado de Rafael Morcillo, director de la asociación Leer por Placer, ingresó al lugar y al ver que ya lo esperaban, decidió empezar la firma media hora antes.

En este encuentro de amantes de la literatura destacó la presencia de jóvenes y niños, quienes entre tímidos y emocionados aprovechaban los breves segundos para responder las preguntas del oriundo de la ciudad de México, porque sí, dejaba fluir el Villoro periodista para cuestionar los intereses de quienes estaban frente de él.

“¿Qué haces? ¿A qué te dedicas? ¿Qué es lo que estudias?” decía el creador a los más jóvenes para luego tomarse una foto con ellos. ¿Por qué te gusta Juan Villoro? , se preguntó a un joven que, según dijo, apenas está en sus estudios universitarios. “Porque tiene una manera de escribir amena, con la que me es muy fácil transportarme a los escenarios que describe”.

Y de plática en plática con los asistentes, el autor de “El Testigo” revelaba detalles de su vida: “Próximamente me voy a Barcelona, a estrenar una obra de teatro por allá”, “Creo que estos eventos son como un homenaje a la lectura y como me he pasado toda la vida leyendo”, “Sí, mi abuela era oriunda de Progreso, se llamaba Estela Ruiz Milán, ¿no la conocían?

Un joven escritor “rompió el protocolo”, como el mismo autor le dijo amablemente, y le entregó una compilado de sus propios cuentos. Le preguntó su nombre y prometió leerlo, invitándolo a asistir a la lectura-concierto que ofrecería en la noche en el Gran Museo Maya. “Muchas gracias y qué gustazo”, afirmó.

Una madre y un hijo formaron dos veces fila para la firma de libros. “¿Vienen de reincidentes?”, expresó Villoro con una sonrisa.

(María del Mar Boeta)