Muchos tienen miedo de perder su almuerzo en una montaña rusa, pero un nuevo estudio sugiere que esos cambios bruscos ayudan a eliminar esa maldita piedra en el riñón.

Así es. Los saltos, giros, vueltas y bucles mueven al parecer por el organismo las piedras más pequeñas en el riñón –brindando en definitiva alivio a quien las hospeda.

El cirujano urólogo David Wartinger tuvo la idea para su estudio –publicado en el número de octubre de Journal of the American Osteopathic Association- cuando habló con un paciente que eliminó una piedra en el riñón poco después de haber subido a la Big Thunder Mountain Railroad en el Reino Mágico de Disney durante las vacaciones de primavera, según The Atlantic.

Ya es, de por sí, una coincidencia interesante, pero si le agregamos el hecho de que eliminó otras dos piedras después de subir a la montaña rusa dos veces más, ya tenemos una noticia.

“Es algo muy contundente como para ignorarlo”, dijo Wartinger a The Atlantic. “Yo venía oyendo estas historias anecdóticas desde hacía unos años y pensé, realmente, aquí hay algo”.

Equipado con las historias de otros pacientes que habían tenido experiencias similares después de subir a montañas rusas, Wartinger se propuso averiguar si realmente existía una conexión. Con la ayuda de una impresora 3-D, creó un modelo de riñón de silicona y lo llenó con piedras y orina.

El paso siguiente fue llevar su nuevo riñón a la escena del suceso –el lugar más feliz de la tierra. Wartinger y su colega viajaron al Reino Mágico para subir al Big Thunder Mountain Railroad una y otra vez.

“Fuimos al servicio al huésped y no queríamos que se preguntaran qué estaba pasando –dos hombres adultos haciendo el mismo paseo una y otra vez, llevando una mochila”, dijo a The Atlantic. “Resultó que el gerente de ese día era un hombre que hacía poco había tenido una piedra en el riñón. Llamó al gerente de paseos y le dijo que hiciera todo lo que pudiera por nosotros porque estábamos tratando de ayudar a las personas con piedras en el riñón”.

Cuidando de mantener la mochila a la altura de los riñones, los hombres señalaron la posición de las piedras antes y después de cada paseo. Fue evidente enseguida que las piedras tenían muchas más posibilidades de moverse si la persona elegía un lugar en la parte posterior de la montaña rusa.

“En el último coche el cuerpo se sacudía mucho más”, dijo Wartinger.

En definitiva, Wartinger y su colega –el Dr. Marc A. Mitchell, hicieron el paseo más de 230 veces. En total, experimentaron una tasa de paso del 70 por ciento, informó CNN.

“No hay nada extraño, nada difícil de entender”, dijo Wartinger a CNN. “Es simplemente un fenómeno mecánico. Básicamente, una piedra de riñón es una roca. Y se aloja en los pasajes dentro del riñón. La cuestión es simplemente que se sacuda en el nivel exacto y se agite para salir”.

Si bien la teoría requiere más ensayos –preferiblemente con sujetos humanos- Wartinger dijo que el “tratamiento de la montaña rusa” podría beneficiar a quienes tienen piedras pequeñas.

“La idea es que pasen cuando son pequeñas, no cuando son grandes”, dijo. “Una piedra de 4 milímetros o más pequeña, debería poder pasar sin necesitar cirugía y sin demasiada incomodidad”.

Cada año, más de 300.000 personas terminan en salas de guardia con piedras en el riñón, según el estudio.

(sinembargo.mx)