Por María del Mar Boeta

Mérida, Yucatán.- “¿Es hoy la Noche Blanca?”, preguntaron la mañana de ayer. “¡Quiero ir. ¿Dónde consigo el programa?”.

El cuestionamiento sobre la fecha sorprendió porque el evento es ampliamente difundido en todos los medios de comunicación y redes sociales. Sin embargo, queda evidente que su realización no pasa desapercibida para la mayoría, asistan o no.

En contraparte tenemos a quienes desde hace semanas lo agendaron y elaboraron su derrotero, siendo el último destino la presentación de la cantante chilena Mon Laferte. Aunque varios expresaron claramente que la artista era su único interés y desde las 7:30 de la noche esperaban para poder ocupar un lugar en el escenario, ubicado en la Plaza Grande.

El clima puso en duda que se concretara, ya que la lluvia que sorprendió a Mérida durante dos días ocasionó una afectación severa de actividades.

Afortunadamente, no fue así, no sólo por la inversión de $3 millones por parte del Ayuntamiento de Mérida, sino por la esperanza de cientos de artistas de dar a conocer su trabajo, el tiempo invertido por ambos lados y la posibilidad única para los yucatecos de formar parte de eventos de calidad sin afectar la economía.

Pero de todo esto, surge una pregunta: ¿La ciudad está realmente preparada para un evento de esta magnitud? Es decir, ¿sabemos comportarnos en los conciertos gratuitos, disfrutar de los obsequios sin ser abusivos y aportar nuestro granito de arena para un evento que es de beneficio para la comunidad? La respuesta sería: Aún nos falta.

Pongamos el ejemplo de las actividades en el Parque de Santa Ana. El escenario dispuesto en el lugar fue entregado a propuestas de rock locales y al concierto de la banda Sonido Gallo Negro, con energía producida por bicicletas estacionarias que pedaleaban voluntarios del público.

A un costado del lugar estaba el mercadito orgánico y un stand del Ayuntamiento del programa “Adopta un árbol”. Para este último había una fila extensa, ordenada, pero era pequeña comparada con la formada en el remate de Paseo de Montejo para subir a las calesas, que ofrecían paseos sin costo en determinado horario, comprobando que el precio habitual de este paseo es muy superior a las posibilidades de los yucatecos.

El problema de las formaciones de personas es que provocan dificultad en la circulación por las banquetas, aunado a las ya acostumbradas deficiencias en estacionamiento de las zonas aledañas, situación que obliga a los vecinos de las inmediaciones a colocar “botes” y piedras para evitar que perjudiquen la entrada a sus hogares.

En la Plaza Grande actuó la Compañía Nacional de Danza y, como suele pasar, una parte del público está al pendiente de la actuación y otra no presta la suficiente atención, conversando o riendo en voz alta, lo que es una falta de respeto para los artistas y no permite disfrutar a los demás.

Lo mismo sucede con los grupos y cantantes apostados en diferentes zonas de la calle 60, quienes están ofreciendo lo mejor de sí y las personas que escuchan o presencian no saben aún cómo reaccionar adecuadamente esa propuesta.

Definitivamente, la Noche Blanca es un proyecto que trae grandes beneficios para la ciudad y sus habitantes, pero requiere de la maduración ciudadana para recibirla con mayor amplitud.