A medida que la humanidad se enfrenta a la amenaza del calentamiento global, somos más conscientes de que cada indulgencia dejará su huella en el medio ambiente. Esto es particularmente cierto respecto a la comida que nos metemos a la boca.

La agricultura, la producción en las fábricas y el transporte de mercancías son en gran medida impulsados por la quema de combustibles fósiles, generando gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera.

Los científicos miden este impacto como una “huella de carbono”, comúnmente identificada como el volumen de dióxido de carbono producido por cada porción de 100 gramos de alimento.

Con esto, es posible crear una pirámide alimentaria basada en el daño que cada bocado y manjar infligen al medio ambiente.

(Información completa: bbc.com/mundo)