No pudo haber más drama para que la afición rojiblanca por fin gritara “¡Chivas, campeón!”. Después de 10 años de sequía, la final de vuelta del Clausura 2017 se definió hasta lo último, en el límite de la angustia y no sin polémica.

Pero al final no hubo Gignac que resucitara a los Tigres y el Guadalajara obtuvo su título número 12luego de un más que emocionante 2-1 (4-3 global) que hizo explotar la casa de los tapatíos, que tuvieron nuevamente en Alan Pulido a su hombre diferencia.

Pareció que el 2-2 de la ida fue benéfico para el Rebaño porque no hubo dudas en su planteamiento. Con Jair Pereira de regreso en la central y por lo mismo Carlos Salcido en medio campo, las Chivas mantuvieron el afán ofensivo.

Tigres también intentaba y de ahí un primer esbozo de Jürgen Damm al minuto 13 que apenas salvó Rodolfo Cota en el achique. Los felinos también habían hecho cambios respecto al jueves porque el mencionado volante apareció en el once en lugar de Lucas Zelarayán.

Poco después de esa jugada fue Alan Pulido quien hizo estallar el estadio con una tremenda definición. Apenas le puso el pie, no para potenciar el disparo sino justo para colocar cruzado, inalcanzable para Nahuel Guzmán y festejar el 1-0. Mucho mérito del gol lo llevó Oswaldo Alanís por su pase, bombeado y preciso hasta el área.

Pero Tigres siempre fue un rival digno. No el cuadro aplastante que se engrandeció en la recta final del torneo, pero sí el que se mantenía al acecho. Más allá de algunas imprecisiones, los del Tuca avisaban, aunque a André-Pierre Gignac se le iba el partido entre intentos y reclamos a punto de ebullición.

Cota fue héroe al inicio del complemento en un achique contra Ismael Sosa, quien luego suspiró al ver que un disparo del francés, al parecer desviado como para tiro de esquina, se iba arriba cuando tenía todo el marco abierto.

Un cabezazo de Juninho apenas arriba del travesaño fue una nueva respuesta, hasta que al 70’ un disparo del Gallito Vázquez, desviado ligeramente por Francisco Meza, se convirtió en el explosivo 2-0.

Cuando el estadio parecía no resistir más decibeles, el volumen subía. A cada minuto que pasaba, más ruido, más ilusión de la afición que colmó su casa para buscar un título como local. Porque si pasaron 10 años de sequía, fueron prácticamente 20 de no celebrar un campeonato en casa.

Pero por si faltaba dramatismo, llegaron las rencillas y el gol felino. Nahuel buscaba guerra con un irónico Rodolfo Pizarro, a quien Jesús Dueñas derribó empujándolo del rostro en un conato de bronca.

Tras ello cayó el 2-1 de Ismael Sosa al 88’ con un disparo raso y cruzado, además de un último momento polémico porque Sosa punteó el balón y Pereira le chocó la espinilla sin que el árbitro se animara a marcar penal. Así llegó el silbatazo final y el título rojiblanco.

Tras ello, el delirio de 40 millones de aficionados del Rebaño, de un plantel que hizo historia al ganar Copa y Liga el mismo semestre, y particularmente de Matías Almeyda como el artífice de la resurrección de un equipo que estuvo cerca del descenso y esta vez levantó el trofeo.

(mediotiempo.com)