Líderes del mundo, desde Europa hasta Medio Oriente, incluyendo Asia y Latinoamérica, así como organismos internacionales rechazaron este miércoles el anuncio hecho por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien oficializó que su país reconoce a Jerusalén como capital de Israel.

Dicha declaración rompe el consenso global sobre un aspecto crucial en el conflicto israelo-palestino, referente al estatus de Jerusalén, abriendo la región a la incertidumbre y cerrando de momento las puertas a un proceso de paz exitoso.

“Ya era hora de reconocer de forma oficial que Jerusalén es la capital de Israel”, sentenció Trump en un discurso a la nación, a la vez que anunciaba la directriz hacia el Departamento de Estado de buscar una ubicación para trasladar la embajada estadounidense desde Tel Aviv a Jerusalén, un edificio que se convertirá en un “tributo a la paz”, dijo.

Así, Medio Oriente entra en una fase de inestabilidad asegurada por culpa del deseo de Trump de poner sus intereses políticos y promesas de campaña por encima del consenso internacional hacia una solución al largo conflicto entre Israel y Palestina. El presidente de EU hizo caso omiso de sus asesores en seguridad nacional, y cedió ante la presión de su vicepresidente, su yerno, y los lobistas judíos.

También se pone en riesgo décadas de intentos de pacificación. Para el magnate, su declaración es el “reconocimiento de la realidad”; para el resto del mundo, una decisión corta de miras y sin ningún beneficio para la resolución de los conflictos en la región.

Consciente de que el anuncio iba a despertar la ira de la comunidad internacional, especialmente del mundo árabe, Trump llamó a la “calma” y la “tolerancia”, al tiempo que reafirmó el compromiso de su administración con la paz en la región, dando por primera vez apoyo explícito a la solución de dos estados -aunque a expensas de que las dos partes lo acepten.

La respuesta de la comunidad internacional fue unánime, dando la espalda -otra vez- al magnate.

Mahmud Abbas, presidente de la autoridad palestina, dictó a sus diplomáticos en Estados Unidos que se retiren porque ya no consideran al país un mediador válido para las conversaciones. Su vocero fue más lejos y advirtió que esto “podría significar el fin del proceso de paz”.

Horas antes del anuncio en Washington, el papa Francisco hizo un “llamado desesperado” para mantener el statu quo de la ciudad y se dijo “profundamente preocupado” por las decisiones de la Casa Blanca.

La Unión Europea expresó su “seria preocupación” por las implicaciones que el anuncio pueda tener; la canciller alemana Angela Merkel fue clara al decir que no apoya la decisión de EU; Jordania calificó el hecho como una violación al Derecho Internacional e Irán alertó ante la posibilidad de una nueva intifada.

En México, la Secretaría de Relaciones Exteriores dijo que mantendrá su embajada en Tel Aviv.

El Consejo de Seguridad la ONU podría reunirse de emergencia el viernes para analizar la situación. Mientras, las protestas empezaron a expandirse por el mundo árabe. Facciones palestinas anunciaron el inicio de “tres días de ira y rabia popular”, y en las calles se quemaron banderas de EU, Israel, y fotografías de Trump.

El más feliz de la historia es el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien agradeció a Trump por una decisión “valiente y justa” que facilitará el avance en el proceso de paz ya que, en la visión de su país, “cualquier acuerdo debe incluir a Jerusalén como capital de Israel”.

En los muros de la ciudad antigua de Jerusalén se proyectaron imágenes con las banderas de Israel y EU.

(elsiglodetorreon.com.mx)