Gobernar es pactar; pactar no es ceder
Gustave Le Bon
Julian Santiesteban
En cinco días, Quintana Roo cumplirá 44 años como entidad federativa, en una coyuntura convulsa en el ámbito político, con enfrentamientos que, en su justa dimensión, no pasarían de ser la cotidianeidad, si no fuera porque en las dos administraciones previas a la de Carlos Joaquín González, la oposición fue sólo de membrete, acostumbrada a “comer de la mano” del gobierno, a simular una posición que ahora parece ejercerán en verdad, aunque los actores sean los mismos y su interés primario también: el poder y las arcas públicas.
En este espacio lo hemos comentado anteriormente, las posturas políticas que se magnifican como rupturas graves no serían novedad alguna si Quintana Roo ya se hubiera habituado a convivir en alternancia, pero esa pluralidad fue ficticia en las administraciones de Félix González Canto y Roberto Borge Angulo, con una “oposición” que no perdía la oportunidad de aplaudir al mandatario en turno, y ahora que en municipios como Solidaridad las nuevas autoridades están asentándose y con ello sus respectivos intereses, la reacción se magnifica como si de agravios profundos se tratase.
A ver, Laura Beristain Navarrete se reunió semanas atrás con el gobernador Carlos Joaquín González, ambos se comprometieron a trabajar en colaboración; luego vino la declaración de la munícipe en contra de la entrega de un C4 por parte de su antecesora, calificando el hecho de violatorio de la autonomía municipal y ante ello la sobre reacción mediática contra esa postura; ahora, en la toma de protesta y la definición del gabinete municipal, los enfrentamientos entre Morena y la desatinada intervención de un funcionario estatal que profiere irresponsables amenazas –que debieran eso sí, costarle el cargo- son de nuevo el escándalo estatal; pero ni el mandatario ni la alcaldesa han anunciado ruptura alguna; luego entonces, es parte del juego político.
Y aunque la mezquindad no está ausente en las disputas, recuérdese que, fundamentalmente los “morenos” están enfrentados entre sí, por el poder, por el acceso a las arcas, por las posiciones futuras en el proceso electoral, pero esa también, debiera asumirse –desgraciadamente- como la cotidianeidad en un país en el que su peor lastre es su clase política; así que los ideólogos del caos no debieran ver en esa dinámica una guerra entre el estado y los municipios, pues sólo favorecen esos escenarios a quienes suelen vender soluciones igual de falsas.
En cinco días veremos a todos los alcaldes rodeando al mandatario, con guayaberas y vestidos blancos de lino, con abrazos y discursos de concordia y voluntad de trabajo futuro; vendrán los legisladores federales y toda la clase política festejará los 44 años de Quintana Roo, la entidad federativa más joven, que padece sin embargo, los mismos vicios de todo el país en lo que a política se refiere. Rupturas no, juego político, sin duda.
COMENTARIO MORBOSO
¿Ha notado, por cierto, que en la transición, los gobiernos municipales más estables son los emanados del PRI y Verde? Juan Carrillo Soberanis, Laura Fernández Piña y Pedro Joaquín Delbois, en Isla Mujeres, Puerto Morelos y Cozumel, respectivamente. Ahí las gestiones ya arrancaron y se aprestan a tomar la delantera de la estabilidad, lo cual representa ventaja en un contexto en el que está por iniciar una nueva administración federal, pero sobre todo con sociedades demandante de atención inmediata.
Laura Fernández Piña, por ejemplo, ya arrancó nombrando gabinete y entregando uniformes al personal; la reelecta alcaldesa prepara ya su paquete presupuestal que deberá enviar a la XV Legislatura y se enfila a fortalecer los servicios públicos en el municipio más joven de Quintana Roo. Ese tipo de acciones son las que demanda la ciudadanía y las que permiten asumir los retos futuros inmediatos, sin descuidar los temas políticos que le son propios. Resultados antes que “grilla”, eso marca reales diferencias entre esa clase política tan cuestionada.
Y es que no falta quien intenta poner “traspiés” a la munícipe que es ahora la representante más fuerte del Partido Verde Ecologista (PVE), pero el buen manejo de la administración y un hábil cuerpo de asesores de medios le ha permitido sortear con éxito el convulso ambiente político, alimentado “artificialmente” por quienes desean justamente ver enfrentamientos en lugar de avances efectivos.
Laura Fernández, Juan Carrillo y Pedro Joaquín ya avanzan en su responsabilidad, curioso resulta el fenómeno cuando el tricolor y el verde son señalados como la representación de la anacronía política nacional; por ello justamente los políticos en guerra debieran voltear a ver a esas nuevas generaciones, porque de ahí puede venir el resurgimiento en los años próximos; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
(Foto tomada de internet)