Mérida, Yucatán.- Connotados arqueólogos no descartaron la posibilidad de encontrar alguna tumba en Chichén Itzá, toda vez que de los 17 kilómetros cuadrados que abarca en su extensión, apenas un 20 por ciento ha sido explorado y rescatado.
“La posibilidad de encontrar la tumba de algún dignatario maya está en el aire”, expresó el arqueólogo José Osorio León en el inicio del ciclo de conferencias “Pirámides, umbrales de fascinación”, a propósito del 80 aniversario de la fundación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El planteamiento se sustenta en el hecho de que en la zona arqueológica de Palenque, Chiapas, han sido encontradas dos tumbas de altos dignatarios mayas, tanto Pakal como la llamada Reina Roja, al igual que otras dos en la ciudad de Holmul, Honduras.
Sin embargo, los arqueólogos Alfredo Barrera Rubio y Francisco Pérez Ruiz consideraron que es lejana posibilidad de un hallazgo de ese tipo en Chichén Itzá.
Pérez Ruiz mencionó que el sitio es abundante en relieves de altos dignatarios que gobernaron en distintos periodos la ciudad de Chichén Itzá, es decir, no predominó un solo gobernante.
Al respecto, Barrera Rubio indicó que en el período posclásico –la última etapa de la civilización mesoamericana, del año 900 d.C al 1521 d. C.–, Chichén Itzá se distinguió por tener diversos gobernantes y no hubo culto a una personalidad como en Palenque.
Sin embargo, reconoció que la estructura principal El Castillo no ha sido explorada en su totalidad, así como una vasta zona de la ciudad maya más importante de la Península de Yucatán, por lo que deparan, dijo, sorpresas.
En su exposición “El Castillo, un edificio emblemático en Chichén Itzá, historia de sus intervenciones”, los arqueólogos José Osorio, Francisco Pérez y Rocío González de la Mata establecieron una cronología de las descripciones, exploraciones y labores de salvamento y consolidación realizadas en la pirámide.
Comentaron que Chichén Itzá nunca fue olvidada, tampoco destruida y era un importante centro de peregrinaje cuando llegaron los españoles, además de que figuró prominentemente en documentos y crónicas mayas y españolas.
Los españoles no vieron en el sitio de fundar ciudad alguna, de lo contrario, hubiera sido completamente destruida, compartieron.
Osorio indicó que el primer registro gráfico que se conoce de El Castillo de Chichén Itzá data del año de 1566 y fue realizado por fray Diego de Landa, en aquel tiempo obispo de Yucatán y que fue publicada en 1845 en “La relación de las cosas de Yucatán”, por Brassier de Bourbourg.
El principal misionero fray Diego de Landa hizo una descripción del edificio del que contabilizo 91 escalones por cada uno de sus lados para un total de 364, más uno de la plataforma superior equivalente a los días del año.
Sin desmentir pero tampoco sin confirmar el dato anterior, Osorio expuso que posteriores trabajos de salvamento trataron de adecuar los escalones al número señalado por Diego de Landa.
Los arqueólogos mostraron la primera fotografía tomada a la pirámide El Castillo en 1860 por el explorador Désiré Charnay (1828- 1915), de la fachada oeste donde se aprecia una ventana en el extremo derecho del templo superior y la estructura cubierta de maleza.
En el encuentro, celebrado en el Museo Palacio Cantón, fueron exhibidas algunas de las fotografías de Alfred Maudslay, de finales del siglo XIX, sobre El Castillo y otros edificios que son reveladores por las condiciones en que se encontraban.
Los especialistas refirieron que en 1927 comenzó la exploración de El Castillo a cargo de Eduardo Martínez Cantón en calidad de inspector de monumentos arqueológicos en Yucatán y de José Erosa Peniche, auxiliar y responsable de campo. Posteriormente en 1935 Manuel Cirerol Sansores pasó a la excavación del interior.
Otra de las fotografías relevantes muestran los primeros trabajos de limpieza del sector Este de El Castillo realizados en 1979 por el arqueólogo Peter J. Schmidt, así como las imágenes de 1980 después de finalizar la liberación y consolidación de la estructura.
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(Jesús Mejía)