Por Ignacio Pérez Meza
¡Qué es la vida? Me pregunto. “Tan solo un respiro”.
Un hermoso sueño cumplido, quizá. ¿Momentos de risas?
El suspiro por un buen recuerdo. ¿Un trauma que marca la existencia? La sensación de haber amado.
La inquietud por leer para saber más.
Un esfuerzo extremo en el campo, sembrando entre los surcos áridos. Luego la gratitud al cielo de la cosecha del verano.
¿El esfuerzo tenaz para hacer un negocio?
¿Qué es la vida? ¿Una mirada al infinito cielo de galaxias? Una tristeza por el hermano o el amigo que se ha ido.
¿La nota musical de la cuerda sin igual en la caja de resonancia? Creo ignorar qué es la vida.
Contemplar el hermoso vuelo de las aves. Observar el diminuto insecto que avanza despacio, pero bajo el lente del microscopio se convierten en enormes monstruos jamás vistos.
El asombro mirando las olas que se mueven hacia adentro y hacia afuera del ancho mar. El vaivén del barco en altamar, con el palo de mesana sin vela.
¿La mirada tierna del inocente niño? La flor que saluda en mi jardín; el aleteo del colibrí. ¿Todo ello será la vida, mi vida?
Un deseo cumplido; o el anhelo sin satisfacción. Una palabra de esperanza ¡un grito de dolor! Un ¡yo te amo!
El dolor de parto; la lágrima en tu mejilla tras no entender y mirar lo incompresible. ¿Sabré después de esta vida que me ha tocado?
¿La belleza de Tere, jarocha de ensueño en mi juventud con su tez muy distinta a los nativos? Españolizada, una sirena que oyeron sus cantos los intrépidos marinos de Veracruz.
¿Una Navidad más?
Una Nochebuena con Evelia en la Playa Marquelia disfrutando su desnudez. Dormir con ella bajo el manto nocturno de la rivera de San Marcos en el Guerrero del Pacífico meridional, adornado por una luna caprichosa en cuarto menguante, de color ocre.
¿La sencillez y experiencia de Elisa? originaria de San Juan, amoldada a la ruda vida rural entre los volcanes; “joven entre los cincuenta”.
¿Nancy de Pueblo Nuevo? Ambas maravillosas manos suyas y delicadísimos falanges, creativa de un arte que eleva el alma, a diestra y siniestra.
¡El bello busto; el más bello de sobre la faz de la tierra! (que no conozco la faz de la tierra) de la joven que pasa diario a mi vista en tanto yo trabajo. Aún no sé su nombre.
¿Acaso es los ojos, verde esmeralda, de Jazmín? Madre de tres varoncitos. Parece haber extraviado al papá de ellos. Un bronceado natural en su piel que me enloquece. En este frío invernal exhalando un vaporcito de sus exuberantes labios la mañana de ayer al saludarme.
La dulce sonrisa a todo de Carmelita, que es Raquel, pero yo le nombro como Carmelita. Apaciguando las penas del día.
La juventud y esbeltez de Diana por su “buenos” atributos físicos… sin palabras.
Aunque su modo de ser es lo que me conquista.
El sexo puro, ardiente, fresco, negro, original de Isabel Patricia.
Una Navidad más… con ella o sin ella.
¡Salud!