Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.- Una insólita visita en un domicilio del municipio de Cintalapa marcó una experiencia con desenlace de gran significado para una familia del lugar y de enseñanza para quienes han conocido el caso en el final de 2019.

La trama central comenzó con la extraña aparición de un colibrí, de los muchos de su tipo que proliferan en bosques y selvas de Chiapas. Según la leyenda compartida en estas tierras, este pequeño (nervioso y huidizo a la presencia humana) simboliza el alma de un ser querido.

El ave, de plumaje brillante, llegó de repente la madrugada del 15 de diciembre y desde el primer instante se comportó amigable y cercano con Oreste, de 40 años de edad, quien por esas fechas estaba acompañado de su sobrina.

Los dos, pero particularmente él, convivieron varios días con el ejemplar en el rancho, incluso en algunos de los traslados cortos en vehículo para diligencias relacionadas con su actividad.

El comportamiento excepcional del colibrí llamaba la atención, pues se posaba en manos, piernas y cualquier sitio, en busca del contacto con Oreste.

Al paso de breve tiempo, el fugaz visitante murió, presumiblemente por causas naturales.

De la tristeza y la confusión Oreste pasó a la aceptación: el singular amigo había partido, y quizá lo eligió para esa especial despedida. El colibrí batió sus alas con fuerza y velocidad y quedó suspendido en el espacio, la eternidad.

Sin mayor interpretación del extraño suceso, el protagonista siguió con su rutina. A punto estaba de la fase complementaria de la experiencia.

El 28 de diciembre, Oreste viajó a la capital del estado y, tras un festejo –cansado y en condiciones inconvenientes– emprendió el retorno a su propiedad en la carretera federal que lleva hacia la costa.

En el trayecto, el conductor dormitó. La camioneta que manejaba salió de la vía y se impactó apenas unos metros después de una curva peligrosa y un precipicio que habrían sido fatales.

Fuera de la carpeta asfáltica, una pila de llantas inservibles, troncos y ramas secas de árboles amortiguaron la colisión. Aun con ello, el automotor quedó destrozado, con pérdida total.

Milagrosamente el cuarentón no sufrió rasguño, sólo el azotón del cuerpo y el susto.

“Se salvó de milagro. Estoy segura de que mi padre (fallecido hace cuatro años) vino a protegerle de lo que iba a pasar”, valora la hermana, al descifrar el mensaje del colibrí.

Oreste coincide con esa interpretación y así lo ha hecho saber.

(El nombre real fue cambiado a petición de los involucrados)

(LectorMx)