Mérida, Yucatán.- La llamada “flor de muertos”, el cempasúchil, es el elemento de mayor demanda pero también el más volátil en los mercados de Mérida en estos días de conmemoración de los difuntos, con precios que alcanzaron de manera previa niveles estratosféricos.

Los ramilletes pequeños de tres a cinco unidades de la flor conocida como x’pujuk en lengua maya se cotizaron hoy en los puestos fijos del mercado Lucas de Gálvez como en las inmediaciones en 25 ó 30 pesos.

Entre las venteras y comerciantes de temporada la docena de ramos osciló entre los 50 y 60 pesos, los racimos de 15 a 20 flores de 100 a 120 pesos, costos nunca vistos en el comercio popular, en el que sobresalió el colmo del abuso de un oferente que ofreció un ramo de unos 30 tallos a 600 pesos.

Ante la llegada de las ánimas, la actividad comercial en torno de los principales centros de abastos de Mérida, Lucas de Gálvez y San Benito, fue inusual este fin de semana, ya que los domingos generalmente es menor la población flotante en relación con los sábados.

Fue tal la demanda de productos, sobre todo de las citadas flores amarillas, así como de frutas y verduras, veladoras, ruda y todo lo relacionado con las ofrendas y el culto a los muertos, que los mercados se vieron muy concurridos.

Incluso, el estacionamiento del mercado San Benito cerró en la mañana del domingo por falta de cupo.

Por todos lados fue incesante el movimiento de personas debido a la tradición del Hanal Pixán, una muestra del arraigo de la tradición acompañada de la reactivación económica, tan necesaria después de las restricciones de la pandemia del Covid-19.

Junto con otros tipos de flores de la temporada como “nube”, “pata de león” y crisantemo, la de cempasúchil es la infaltable, la de mayor presencia, ya que se usa ampliamente para adornar tanto las tumbas como las llamadas ofrendas dedicadas a los difuntos principalmente el 1 y 2 de noviembre.

La flor de cempasúchil es tan ancestral, que la encontramos lo mismo en el monolito de Coyolxauhqui como parte del tocado de la diosa, símbolo de su soberanía o su muerte, que en las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún las refiere como cempoaxóchitl.

La flor colorea de amarillo al país, tanto en el norte como en el centro y sur-sureste, donde se cultiva de acuerdo con la versatilidad de los suelos y climas y florece durante verano y otoño en abundancia.

En los altares se emplean los pétalos de la flor para trazar el camino de los difuntos hasta la ofrenda en su visita anual y que –según la creencia–, salen del inframundo del Mictlán y el Xibalbá o en el Paraíso.

(LectorMx)