Mérida, Yucatán.- El equilibrio entre la modernidad y la tecnología con el “ser ancestral” implica el retorno a la naturaleza, lo que es fundamental para alcanzar mejor calidad de vida y salir adelante de las enfermedades físicas, mentales y emocionales que enfrenta el hombre actual, plantearon exponentes de esta idea.
Los promotores del tema, Bert Poffé y Kiki Nárdiz, el primero comunicólogo español y la segunda socióloga belga, presentaron su conferencia “Ser salvaje en el siglo XXI”, en el que propusieron “renaturalizar al ser ancestral que todos somos genéticamente aún”.
En el Teatro Colón de Mérida, explicaron que la modernidad ha ocupado y dominado totalmente al hombre y lo ha colocado en una zona de confort que le ha traído consigo un alejamiento de la naturaleza y, por consiguiente, problemas de salud y de depresión.
Informaron que promueven el concepto del “ser ancestral” para referirse a la necesidad de retomar la actividad física, tener un patrón de vida acorde a la luz del día, la recolección de alimentos, además de caminar descalzo en áreas verdes, dormir bien y, lo más importante, no afectar el entorno natural.
Bert Poffé advirtió de los peligros para la salud física y emocional por efectos de la luz artificial que implica abuso de las tecnologías: “teléfonos inteligentes” y computadoras, cuyo uso indiscriminado e inconsciente alteran el sueño, la necesidad de descansar y la conducta humana.
Refirió que el mundo moderno y la tecnología han absorbido prácticamente a los seres humanos, de ahí la necesidad de buscar un equilibrio con el retorno a la naturaleza.
“No se trata de volver a las comunidades primitivas”, sino entender que hace dos mil 500 años el hombre consumía hidratos de carbono, proteínas y grasas de plantas, tallos, hojas, frutos secos, carne y huevos y ahora ingiere cereales refinados, azúcares, almidones, carne de animales maltratados, grasas trans y alimentos ultraprocesados.
Aclararon que no pretenden asumirse como poseedores de la verdad ni mucho menos iluminados, sino que promueven saberes ancestrales y el respeto al medio ambiente que han legado los pueblos originarios como los mayas de Yucatán o las comunidades de aborígenes de Canadá y de otras partes.
“Tenemos que dejar de agredir y afectar a la naturaleza y ser parte de ella. Ése es el mensaje que queremos compartir”, recalcó el ponente, quien exaltó que las comunidades mayas de Yucatán saben bien de esto y tenemos, dijo, que escuchar y aprender de ellas.
Kiki Nardiz aprovechó la ocasión para promover su libro titulado “Ser salvaje en el siglo XXI. Una guía de estilo de vida a prueba de asfalto” con la idea, apuntó, de que los seres humanos salgan del confort en que viven y adopten una actitud mental de esfuerzo para cambiar hábitos y costumbres e inicien el retorno a la naturaleza.
“La belleza de un estilo de vida más natural y salvaje es su sencillez”, precisó la promotora belga, quien sostuvo que “no se trata de incorporar más cosas que hacer a tu ajetreada vida, se trata de dejar ir y simplificar, de eliminar lo que no nos sirve para volver a nuestro estado natural de bienestar”.
Posterior a la conferencia, un grupo de niños y adolescentes del Centro Cultural de Cansahcab presentó el concierto “México Maya y contemporáneo”, en el que interpretaron música autóctona con instrumentos precolombinos, así como jaranas y de la trova yucateca.
Bajo la dirección del maestro Eduardo Sarraceno, evocaron la música prehispánica con el uso de tunkules, chirimías, ocarinas y percusiones para luego interpretar temas de tríos como “Sin ti” de Pepe Guízar, “Sabor a mí” de Álvaro Carrillo y “Frenesí” de Alberto Domínguez.
Integrados en la música con sincronía, dedicación y constancia, los infantes ofrecieron canciones de Consuelo Velázquez y Agustín Lara, así como el vals “Sobre las olas” de Juventino Rosas y dos clásicos de la música popular oaxaqueña: “Zandunga” y “La Llorona”.
El titular del centro, Miguel Ángel Vega, reveló que suman 89 niños de las comisarías del municipio de Cansahcab que acuden a talleres de música, ajedrez, inglés, dibujo y jarana, de los cuales, una parte han conformado la orquesta típica, como parte de un esfuerzo colectivo sin apoyo gubernamental alguno.
(LectorMx)