Chichén Itzá, Yucatán.- La consolidación arquitectónica del Grupo de la Serie Inicial, conjunto de monumentos más antiguos de Chichén Itzá que puede visitarse desde septiembre de 2023, desveló nuevos secretos.

Recientes trabajos de recuperación en la Casa de los Escudos arrojaron que ese espacio sirvió como recinto de la guardia responsable del Palacio de los Falos.

La Casa de los Escudos mide 14 metros de ancho (fachadas este y oeste) por 18 metros de largo (fachada sur), ambas portadas son las que se han intervenido hasta el momento.

“Es posible que haya sido la última edificación agregada al complejo conocido como el Palacio de los Falos, hacia el 950-1150 d.C., para cerrarlo en su esquina noreste, en tanto del lado sur se conecta con la Casa de los Caracoles mediante un pasillo interior”, difundió el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Se trata de una de las edificaciones más recientemente definidas en excavaciones de los arqueólogos Max Edwin Ayala y José Arturo Cortés.

“En un momento se pensó que, al igual que la Casa de la Luna, era un patio-galería. No obstante, pudimos comprender mejor su composición arquitectónica gracias a una exploración minuciosa, que permitió reconocer muros aún en pie, desplantes de bóveda, cimentaciones y columnas”, dijo Cortés.

Bloques de piedra con la representación en relieve de escudos de guerra, que en conjunto formaban frisos, ayudaron como clave para la definición del sitio.

Aunque incompletos, la fachada oeste cuenta con cinco de estos diseños, mientras que en la fachada sur se registraron siete íntegros, cada uno compuesto por entre seis y ocho paneles.

Ayala mencionó que la Casa de los Escudos no podría ser conocida de otra manera, puesto que las fachadas de su patio columnado, de 37 metros cuadrados, también estaban decoradas con escudos tallados en piedra. En este espacio se recuperó una docena de ellos.

“Este hallazgo resalta la importancia de la estructura como un recinto para los asuntos de guerra de la guardia principal, revelando un discurso militar en el grupo Serie Inicial. La presencia de los relieves de escudos en la ornamentación refuerza la idea de que al interior se trataban asuntos de seguridad y conquista”, abundó Cortés.

Los escudos son circulares y debajo de ellos cuelgan plumas largas, y aparecen atravesados por tres flechas: de un lado están las puntas y, del otro, los dardos.

También se observa un lanzadardos y, según el escudo, una especie de garrote o arma. Asimismo, se ve a los lados una bolsa, en la que podrían haberse transportado puntas de flecha u otros artículos rituales.

Sobresale el emblema al centro del escudo: un elemento globular que surge de la parte superior, y del que se desprenden volutas dobles en los costados y la parte inferior, describió el INAH.

“El escudo está hablando de las personas que van a la guerra. Mientras el discurso de la Casa de los Caracoles hace alusión a la montaña florida, el mundo de los dioses y la legitimación de las gobernantes; el de la Casa de los Escudos es de índole militar por la panoplia que muestra, pero también porque el emblema sugiere las cualidades del combatiente: ser valiente, colérico y determinado”, explicó el epigrafista Santiago Sobrino Fernández.

Su interpretación parte de la comparación con vocablos mayas, como el difrasismo K’ak-‘ol –que hace referencia al calor anímico, aquel que posee una persona iracunda– y con representaciones semejantes en otros espacios de Chichén Itzá, como la Plataforma de las Águilas y el Templo de los Guerreros, cuyo emblema alude a un corazón palpitante.

La restauradora Alejandra Mei Chong Bastidas refirió que un escudo que daba al sureste conservó rastros de pintura, lo que permitió identificar la paleta cromática que debió poseer el conjunto. Sin embargo, no es el único elemento que preservaba color, ya que se identificó pintura mural y tapas de bóveda también con policromía en el Cuarto Oeste.

“El objetivo era la identificación de los estratos, por lo que se realizó una toma de muestras con un sistema metodológico. En el caso de los sillares con la representación del escudo se obtuvo que el soporte corresponde a roca caliza, seguido de un mortero-aplanado de cal, y después se aplicó un enlucido sobre el cual iría la capa pictórica, con las siguientes tonalidades: rojo, ocre y negro, verde y azul”, detalló Chong Bastidas.

En noviembre de 2022, el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) emprendió los trabajos en la también denominada Estructura 5C36, y su restauración continúa en la actualidad.

(Con información de INAH)