Mérida, Yucatán.- La reapertura de Chichén Itzá, después de seis meses de cierre, significará cambios no sólo por las restricciones sanitarias obligadas, sino en el reordenamiento interno y en los recorridos que podrán efectuar los visitantes en la nueva normalidad.
Suspendidas las concentraciones masivas por lapso indefinido, la afluencia experimentará control y limitaciones. Como una muestra de lo que viene, desde el sendero que lleva al parador turístico se observa el reforzamiento de cercos originales de concreto y palos, así como vallas en la entrada principal del complejo.
Todos quienes pretendan adentrarse tendrán que llevar líquidos y gel sanitizantes, cubrebocas y caretas. Cumplir con estrictos protocolos.
Los preparativos para retomar actividades en la zona arqueológica no están exentos de inconformidades debido a disposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por ejemplo, con los guías de turistas.
Entre lo novedoso, los vendedores ya no podrán acosar al visitante desde que desciende de los transportes.
La nueva ruta diseñada por el Patronato de las Unidades de Servicios Culturales y Turísticos (Cultur) contempla el paso obligado de los turistas por el antiguo mercado de artesanías –con capacidad hasta para 400 personas–, que en los últimos años permaneció casi en el abandono.
“Yo veo que está bien porque había mucho desorden, la verdad; en Chichén Itzá, tú te bajas de tu vehículo y habían 5 o 10 personas ofreciendo sombreros, incluso te la ponían en la cabeza. Pues sí había esta parte que ya se había prácticamente desbordado y el mercado era como una bodega”, dijo uno de los prestadores de servicios, quien pidió omitir su nombre.
“¡Todo eso se acabó!, pues eso está bien”, expuso el entrevistado, al elogiar que el mercado de artesanías recupere su función y el recorrido lo incluya en el tránsito final de los visitantes.
Un grupo de trabajadores independientes se quejó, sin embargo, de que el director de Chichén Itzá, el antropólogo Marco Antonio Santos Ramírez, haya establecido algunos criterios “incongruentes e injustos”.
El lunes de la semana pasada, informó a guías de turistas que operaban dentro de la zona arqueológica que ya no podrán hacerlo, aunque sí permitirá que los vendedores artesanías ocupen los mismos espacios que tenían allí antes de la emergencia de salud.
También ha ordenado impedir que ingrese otro colectivo de guías de turistas que desde “hace muchos años” se estableció en el área de estacionamiento, comentaron los inconformes.
Además, Santos Ramírez ordenó que los guías de turistas entren y salgan con los visitantes, lo cual –a decir de los interesados– los pone en desventaja ya que no todos los paseantes utilizan servicios de guías y los que prescinden de ellos lo hacen para permanecer más tiempo en la sección de vestigios.
“Va haber una controversia, incluso el turista va decir: entonces, llevar un guía me perjudica porque al final no puedo estar más tiempo en el sitio, después del recorrido, pues mejor entro sin guía. Ahí, como que hay una cosa que no puede ser”, explicó uno de los afectados.
Pese a los inconvenientes, casi la totalidad de los que laboran en Chichén Itzá celebran que el lugar se abra otra vez, con la esperanza de que ayude en el sustento para sus hogares.
“Sabemos que no va a ser antes…, que sea diario, pero al menos tenemos una oportunidad, dos o tres veces a la semana de obtener un ingreso”, expresó Carlos, uno de los miles que viven del turismo en la región.
No obstante, septiembre, octubre y gran parte de noviembre, son tradicionalmente meses “bajos” en afluencia turística, tanto en el Caribe Mexicano como en Mérida.
Según la experiencia local, la mejor temporada comienza a finales de noviembre, continúa en diciembre con el turismo de invierno y el fin de año –por reparto de aguinaldos–, y se prolonga a principios del siguiente año.
Para el desahogo de la concurrencia habrá tres salidas: una para autobuses y camionetas, la otra para los vehículos particulares o de renta, y la última, en general, a unos metros del punto de entrada.
(LectorMx)