El 90% de los ejemplares de ambas especies vendidas en el mundo son capturados, lo que provoca afectaciones a su medio natural

Tras el estreno de la nueva cinta de Disney-Pixar, Buscando a Dory, la vida y el medio natural de los peces payaso y cirujano se ha trastocado como hace algunos años sucedió al estrenarse Buscando a Nemo, ya que a raíz de ambos filmes la venta de estas especies ha aumentado tanto en acuarios como en lugares no autorizados a nivel mundial. Se habla de que el 90 por ciento de los peces puestos a la venta son capturados del medio natural, es decir, en la Gran Barrera del Coral en el Océano Índico, algo que comienza a generar problemas para estos peces y su entorno.

“Ahorita hay estudios recientes que han demostrado en el área del Indo-Pacífico, que es donde se encuentran estas especies, hay datos muy serios sobre la disminución tan drástica que se ha provocado en las poblaciones naturales”, explica el profesor del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) Cristian Moisés Galván Villa.

El problema se incrementa cuando además de capturar a los peces payaso también se retira a las anémonas, especie que se asemeja a una planta y la cual mayormente pasa su tiempo en un lugar fijo en espera de que un pez pase cerca para capturarlo con sus tentáculos que se caracterizan por ser venenosos. No obstante, también existe una relación de armonía entre la anémona y el pez payaso: como se vio en Buscando a Nemo, la familia de este personaje vivía y se protegía de otros peces entre los tentáculos de la anémona.

“Como lo vimos en la película, el pez (Nemo) tiene una relación muy fuerte con la anémona, en la que no sólo vive y no solamente extrae los peces (…) Quitarlos del medio natural va a traer problemas con otras especias, es una cadena”, agregó el académico.

El profesor del CUCBA señala que una de las opciones para aminorar esta problemática es que Disney entregue parte de las ganancias de la cinta para realizar proyectos de concientización y de investigación de estas especies. El otro punto que podría contribuir a favor de estos peces y que ya ha sido iniciada, es la reproducción en cautiverio; aunque el investigador advierte que no existe conocimiento en el área de investigación del impacto de la producción en cautiverio para “abastecer el mercado con la demanda”.

El académico añadió que aunado a la reproducción en cautiverio de los peces payaso y cirujano, debe existir una regulación y certificación que dé certeza a los compradores de que los peces no fueron capturados en el océano.

Daniel Aceves es biólogo y encargado de un acuario que se encuentra a 50 metros de distancia de un cine de la ciudad. El establecimiento recibe a sus visitantes con una pecera que rebasa los dos metros y en la que tienen peces payaso. El trabajador cuenta que cada que concluye una función de Buscando a Dory, decenas de personas llega al acuario para preguntar costos, cuestionar y reclamar el cautiverio de los animales. Asegura que en dicho establecimiento se venden peces reproducidos en cautiverio. El pez cirujano, que representa a Dory, le llega desde Hawai y los peces payaso, como Nemo, se reproducen en Mazatlán, Sinaloa.

“Nos encaran, obvio tenemos que platicar sobre la producción en cautiverio, de las ventas, de lo que es legalmente este negocio (…)este producto es de cautiverio, no lo sacas de su medio ambiente; y al revés, parte de las ventas van a la conservación del medio ambiente”, cuenta el encargado.

Si a pesar de la situación alguien está interesado en adquirir una de estas especies debe de tomar varias consideraciones. Daniel Aceves recomienda comprar peces reproducidos en cautiverio para no incentivar el daño al océano, además, los de cautiverio son más económicos y resistentes.

La tenencia de estas especies marinas requiere de una inversión significativa. Un pez payaso cuesta entre los 250 y 400 pesos y el pez cirujano tiene un precio de entre mil 500 y dos mil 500 pesos. Además, necesitan de una pecera de por lo menos 20 litros, que mínimo costará 2 mil 500 pesos.

Y al ser de agua salada, se requieren cuidados especiales para la pecera, es decir, diez minutos por día y una hora cada mes para revisar cuidados, limpieza y alimentación.