Por María del Mar Boeta
El interés por Izamal del antropólogo y escritor Indalecio Cardeña Vázquez es de muchísimo tiempo atrás, casa 10 años. Sin embargo, hace poco más de año y medio que enfocó sus investigaciones al lugar por el interés de conocer su relación con la arqueoastronomía.
“Es un sitio muy importante. Tuvo su apogeo en el clásico y en el clásico temprano además de que fue un lugar de veneración a los dioses Itzamná e Ixchel. La monumentalidad de sus estructuras nos hace suponer que ahí ocurrió algo muy importante”, explica.
Cardeña Vázquez expresó lo anterior como parte de la hipótesis que elaboró con base a sus hallazgos astronómicos en esa ciudad, los cuales señalan que habría sido una imagen del cosmos, del mundo y del inframundo.
“La disposición y la orientación de cinco de los ocho montículos principales de la ciudad de Izamal me hace pensar que ahí está representando el mundo y el cielo, es decir, los cuatro puntos cardinales y con deidades en cada uno ellos sosteniendo el mundo, formando un rombo”.
¿Qué lo indica? Los edificios Kinich Kak Mo, Pap Hol Chac (donde hoy está el convento franciscano), Kabul, Itzamatul, La Fundación, El Conejo, Habuc y Chaltún Ha”, añade el especialista.
“El Kinich Kakmó, Kabul, Itzamatul y la Fundación forman un rombo. Dentro de él está el Pap Hol Chac lo que es muy significativo ya que nos indica el centro, el lugar más importante de la figura geométrica. El hecho de que los franciscanos construyeran ahí el convento refuerza la idea de que este era el edificio más importante”.
“El Conejo, Habuc y Chaltún Ha estas presentan una orientación diagonal al suroeste y noreste mostrándonos la indicación a la constelación de La Tortuga, que los mayas localizaban en el Cinturón de Orión”, agrega.
Este esquema también lo encontramos en Aké, donde las estructuras también representan dos constelaciones mayas, Ac Ek y El Fogón, además de la formación de un rombo.
Todo lo anterior refuerza la idea de que las ciudades mayas son sagradas porque representan una visión del cosmos y también del inframundo. “En el edificio Kinich Kakmó de Izamal vemos que tiene nueva plataformas, como los nueve dioses del Bolontikú (Inframundo). Esta estructura estaría aparentemente construida sobre una caverna, lo que había sido reportado en el siglo XIX por distintos viajeros”.
“La existencia de cavernas o cenotes lo tenemos en Chichén Itzá y también en Uxmal. El agua representa tanto un acceso como una parte misma del inframundo, ya que constituye un medio de regreso a la vida”, dice Cardeña Vázquez.