Mérida, Yucatán.- Irma Aguirre Martínez, mejor conocida como Irma Dorantes, la última esposa del ídolo de México, Pedro Infante, reconoce que a pesar de la desaparición de su marido hace 60 años, aún tiene recuerdos y afectos muy entrañables.

No deja de mirar con sus ojos muy abiertos, absortos, verdes, los mismos que enamoraron a Pedro Infante, a su interlocutor cuando éste le pregunta sobre su nostalgia, su amor por el desaparecido actor y cantante, a propósito del centenario del artista el próximo 18 de noviembre.

“Yo lo recuerdo tanto como ustedes y el amor que yo le tengo es… “, expresó sin terminar la frase acerca del finad, a quien conoció en 1948 en el rodaje de “Los tres huastecos” cuando ella apenas tenía sólo 13 años de edad.

Sin más preámbulo, Irma Dorantes quiso completar la frase sobre su afecto por Pedro Infante, pero pidió un momento, una pausa para mostrar la muñeca de su antebrazo izquierdo en el que portaba una pulsera con un dije en forma de manzana.

“Miren”, mostró la actriz –próxima a cumplir el 21 de diciembre 83 años– ante varias personas que se acercaron curiosas a escucharla y señaló un dije de color rojo, el cual por un lado se leía en letras doradas “Pedro Infante” y por el otro “Irma Aguirre”, su nombre de soltera.

irma dorantes brazalete

Con esta prueba, Irma Dorantes ilustró en parte su relación con el intérprete de “100 años” y de “Amorcito corazón”, quien falleció en un accidente de aviación el 15 de abril de 1957, año en que quedó trunco su matrimonio que llevaba sólo 4 años.

Residente en la actualidad en la Ciudad de México, Irma Dorantes vino a Mérida para recibir, junto con otras cinco reconocidas damas exponentes de la ciencia y la cultura la Medalla de oro del Festival Internacional de la Cultura Maya (FicMaya) presea que, dijo, recibió sin merecerlo.

¿Qué hago yo entre tantas mujeres talentosas?”, dijo momentos antes de recibir la distinción al aludir a Ofelia Medina y Lilia Aragón, así como a las científicas Rosaura Ruiz, Ana María Cetto y Silvia Torres, en acto realizado en el Palacio Cantón del Centro Histórico de esta ciudad.

En el recinto, Irma Dorantes soltó unas palabras llenas de nostalgia con metáforas y con leves alusiones, sin mencionar a Pedro.

“Esta mujer actriz cantante, improvisada, que no sabe contar, que no tiene un centavo, que no tiene nada más que su cariño, el cariño que siento por todos ustedes que son mi familia, el cariño que siento por mi tierra, mi Mérida bonita, blanca, que me arrulló en su hamaca.

“En mi Mérida pasé los momentos más hermosos de mi vida y el más terrible dolor… Que me dejó enterrados tantos sueños aquel día cuando llegó la niebla sombría y la rubia mañana llorosa se fue, cuando se fueron mis sueños y las golondrinas las golondrinas se fueron también.

“Salíamos al patio a mirar hacia arriba y decíamos: parece que va a llover, el cielo se está nublando. No bien terminábamos cuando ¡Zas! Ay, mamá me estoy mojando…”, leyó la yucateca.

Y concluyó: “Saqué mi terno bonito con una cinta dorada y vine muy bien peinada para bailar El Torito, allá por la madrugada, y conech, conech palechen. Estoy muy feliz, tengo un pájaro azul dentro del alma, porque sacando cuentas no me alcanza con la vida para pagar todo lo bueno que me ha sucedido”.

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(Jesús Mejía)