Mérida, Yucatán.- El astrónomo yucateco, Eddie Salazar Gamboa, recibió del Instituto Mexicano de Derechos de Autor la constancia de registro de un descubrimiento que puede definirse como los días “sin sombra” en edificios mayas.

Aunque el estudio no es nuevo, y de hecho, está publicado desde el 2012 en un libro, no fue sino hasta este 5 de diciembre de 2017 que recibió el documento que avala su trabajo de investigación de campo.

El también profesor de la Instituto Tecnológico de Mérida (ITM) impartió la charla “La Arqueo-astronomía cenital en Yucatán”, en el marco del coloquio sobre la cultura maya “Ichkantijoo”, en el Centro INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) Yucatán.

Aclaró que, si bien la Tierra es la que se mueve alrededor del Sol -que es el corazón del sistema planetario en el que vivimos-, éste tiene también un desplazamiento aparente que “dibuja” un “ocho” en la superficie de nuestro planeta, y esa trayectoria se le denomina analema.

Durante ese “desplazamiento”, y según los movimientos de nuestro planeta, el Sol “toca” diferentes puntos de la superficie terrestre, y en algún momento llega a estar sobre nuestras cabezas, y prácticamente no tenemos sombra.

Sin embargo, ese fenómeno no puede observarse en todos los lugares del mundo sino sólo en una zona del planeta entre la que se encuentra la Península de Yucatán; esto, afirma el investigador, sirvió a los mayas para orientar los edificios.

“¿Por qué creen que para los mayas fue importante el Sol en el cenit?”, preguntó a la audiencia, y contestó: “Había más insolación, la tierra se puede impregnar de más energía y puede acelerar los cultivos”, explicó.

Sobre el “día sin sombra”, en el caso de las ciudades mayas, explicó que ocurre entre mayo y julio, y aunque debe ser a las 12:00 del día, por el Horario de Verano, “cae” a las 13:00 horas, 1 de la tarde, y dura tres días.

Durante esas tres jornadas, según los cálculos, “impacta” en 3 zonas arqueológicas de Yucatán: Dzibilchaltún (se incluyen Acanceh y Mayapán, que están muy cerca), Chichén Itzá (conEk Balam) y Uxmal (con Oxkintok).

Cuando el Sol en el cenit vuelve a “ocurrir”, en junio, el proceso es a la inversa: el primer día “baña” Uxmal, luego Chichén Iztá y, por último, Dzibilchaltún.

Explicó que entre uno y otro Sol en el cenit transcurren 28 días, es decir, una fase lunar, lo que no es casualidad, aun cuando muchos afirmen lo contrario.

Recordó también que, por ejemplo, en la zona arqueológica de Dzibilchaltún, donde puede observarse al Sol atravesar por el Templo de las Siete Muñecas durante los equinoccios -y días previos y posteriores-, el templo principal no tenían “techo”, lo que le hace pensar que servía para “recibir” el sol en el cenit.

Poco antes de la ponencia de Salazar Gamboa, participaron, en el tercer día del simposium:

  • Margarita Rosales González, del Centro INAH-Yucatán, con “Apropiación y preservación patrimonial: conservación de semillas de la milpa en comunidades del sur de Yucatán”.
  • Rubén Maldonado Cárdenas, Centro INAH-Yucatán, con “Recuperación del sacbé 1 y el contexto habitacional de Dzibilchaltún”.
  • Beatriz Quintal Suaste y Cristian Hernández González, del Centro INAH-Yucatán, con “La ofrenda de la estructura X1229 de Cansahcab, Yucatán”.


(Eduardo Vargas)