Por Jesús Mejía

Maxcanú, Yucatán.- A sólo 72 kilómetros al suroeste de la ciudad de Mérida se encuentra uno de los subterráneos más intrincados del sureste del país, que forma parte de los patrimonios naturales más importantes de México y de relevancia arqueológica, ya que alberga vestigios funerarios, cerámica y objetos varios de la ancestral cultura maya.

Con abismos que alcanzan los 35 metros de profundidad, estrechos túneles, oquedades de gran tamaño y pasajes con obscuridad total, las grutas de Calcehtok, ubicadas en el municipio de Maxcanú, constituyen un reto para la imaginación de cualquier espeleólogo o aventurero.

Situadas en uno de los escasos cerros del sur de Yucatán, las grutas del Calcehtok, nombre maya que significa “garganta de venado de pedernal”, es un testimonio tangible de la presencia de los antiguos itzáes, que realizaban en ese sitio sus ceremonias religiosas, entierros funerarios y alabanzas a los dioses de la tierra, la fecundidad y la vida.

Aventurarse a sus entrañas es ingresar al Xibalbá, el Inframundo de los mayas, donde es posible respirar la humedad propia de las grutas que por milenios, mediante la caída sempiterna de gotas de lluvia, han formado las estalactitas y estalagmitas que hoy asombran a los visitantes.

Abierto para el turismo de aventura, las grutas invitan a la reflexión sobre la importancia de la vida, ya que hay momentos en que es delgada la línea de separación con la muerte, pues existen tramos de alto riesgo para quienes buscan adentrarse en las profundidades.

Además de pendientes de hasta 20 metros de profundidad, en los que hay que descender con una cuerda a rapel, es vital mantener corta distancia y no perder al guía por la oscuridad que reina en los recovecos del espacio.

Entre los retos para el visitante figuran el de pasar por oquedades en las que difícilmente una persona obesa podría hacerlo, a riesgo de quedarse atorado. También es necesario pasar frecuentemente por el filo de las rocas que asoman hacia el abismo oscuro e impenetrable, por lo que es preciso extremar precauciones

Durante el trayecto, es posible observar pedacería de cerámica, ofrendas funerarias, restos humanos y piedras preciosas convertidas en joyería de filigrana que los antiguos mayas utilizaron para sus ceremonias.

Entrar sin conocer el sitio equivale a un suicidio, por lo que los visitantes obligatoriamente deben contar con un guía que les lleva por los intrincados pasajes de las grutas que en otro tiempo sirvieron de refugio de los antiguos pobladores ante la persecución de los conquistadores españoles.

De acuerdo con los pobladores de Maxcanú, las grutas de Calcehtok encierran también historias de maldición y muerte a quienes osen profanar las ofrendas funerarias, equivalente a las historias tejidas en torno de la tumba del famoso faraón egipcio Tutankamón.

Los habitantes de lugar expresan su respeto a las galerías subterráneas, en las que, dicen, habitan los aluxes, esos seres pequeños traviesos que causan travesuras y son responsables de la pérdida de muchos objetos, pero no de los propios y de los que se encuentran en las grutas, que guardan con mucho celo.

“Ay de aquel que se atreva a hurtar aunque sea un pedazo de ónix pirita o cuarzo del sitio porque la venganza puede perseguirlo!”, dice uno de los guías al comentar que un hombre pretendió sin que nadie se diera cuenta llevarse una esferita en forma de canica lo que trajo consigo enfermedad y muerte.

(Jesús Mejía)