Ciudad de México, Yucatán.- Uno de los hallazgos más importantes en la historia de la investigación en Chichén Itzá fue dado a conocer hoy por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En la cueva denominada “Balamkú”, al este de la Pirámide de El Castillo o Templo de Kukulcán, expertos del INAH encontraron un santuario subterráneo.

Hasta ahora se han documentado siete conjuntos de ofrendas, en un espacio que, a decir del INAH, “ayudará a reescribir la historia de Chichén Itzá, por tratarse de un lugar sellado por siglos”.

Guillermo de Anda, investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH y director del proyecto, y James Brady, profesor de la Universidad Estatal de California y codirector de la iniciativa, definieron que este es el mayor descubrimiento en Chichén Itzá desde las grutas de Balamkanché, en la década de los cincuenta.

“Estamos en un lugar tan sacro o más que el cenote sagrado o la cueva de Balamkanché. El lugar es extraordinario y ahora viene una etapa de documentación fin, protección y conservación de este maravilloso y único lugar”, expuso en un video.

Esta es la información más detallada publicada este lunes en: granacuiferomaya.org

Especialistas del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM), a través de su línea de estudio Chichén Itzá Subterráneo, han documentado uno de los hallazgos más importantes en la historia de la investigación de esta antigua ciudad maya. Se trata de la cueva denominada Balamkú, en cuyo interior se han registrado cientos de artefactos arqueológicos, en su gran mayoría incensarios “tipo Tláloc”, indicativo de su uso ritual en tiempos prehispánicos.

Ubicada al este de la Pirámide de El Castillo o Templo de Kukulcán, la cueva fue descubierta fortuitamente hace más de 50 años por un grupo de ejidatarios y cerrada casi inmediatamente después de su hallazgo. El santuario subterráneo fue redescubierto en 2018 por especialistas del proyecto GAM, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Guillermo de Anda, investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH y director del proyecto, y James Brady, profesor de la Universidad Estatal de California y codirector de la iniciativa, coinciden en que este es el mayor descubrimiento en la zona desde el hallazgo de la cueva de Balamkanché, en la década de los 50.

Balamkú ayudará a reescribir la historia de Chichen Itzá, en Yucatán. Los cientos de artefactos arqueológicos, pertenecientes a siete ofrendas documentadas hasta ahora, se encuentran en un extraordinario estado de preservación. Debido a que el contexto se mantuvo sellado por siglos, contiene información invaluable relacionada con la formación y caída de la antigua Ciudad de los Brujos del Agua, y acerca de quiénes fueron los fundadores de este icónico sitio.

El difícil acceso y la morfología de la cueva exacerban las cualidades sagradas de la misma, lo que hace inferir se trata de un contexto netamente ritual. El enorme esfuerzo que hicieron las personas para depositar las ofrendas en las galerías recónditas y restringidas, hace pensar que la cavidad era un lugar muy especial.

Los incensarios y vasijas hallados conservan aún restos carbonizados, alimentos, semillas, jade, concha y huesos, entre otros elementos que los antiguos mayas ofrendaron a sus dioses.

Dada la gran cantidad y variedad de material cerámico que se ha documentado en las galerías no inundadas de la cueva, caso de los incensarios de mayor tamaño que se estima podrían corresponder al Clásico Tardío (700-800 d.C.) y Clásico Terminal (800-1000 d.C.), los especialistas conjeturan que el espacio fue utilizado al menos durante estos periodos.

Hasta el momento, sólo se ha llevado a cabo una exploración preliminar y aún no se efectúa ningún tipo de excavación, por lo que no se descarta la posible presencia de materiales más antiguos, incluidos restos óseos humanos, debajo de los lodos y sedimentos.

La cueva Balamkú representa un proyecto de investigación de largo aliento, que sentará las bases para crear un nuevo estándar en el estudio de cuevas arqueológicas en México. Será un trabajo sumamente delicado y que se hará poco a poco, dado que el lugar representa un caudal de información científica irrepetible.

La primera fase de la exploración incluye la creación de un modelo en 3D de la cueva, y no se modificará en forma alguna el contexto, dada la minuciosidad con que se hará el registro digital y el mapeo de todo el sistema cavernario. Cabe mencionar que este santuario subterráneo ha sido recorrido en alrededor de 450 metros, lo que equivaldría a una tercera parte de su extensión.

Recientemente, los investigadores del GAM accedieron al manto freático, desde donde se iniciará la exploración subacuática de la cueva. Llegar a ese punto resultó complejo por lo estrecho de algunos pasajes —que en algunos casos se trata de grietas de no más de 40 centímetros— que obligaron ir a rastras el 90 por ciento del tiempo.

La línea de investigación Chichen Itzá Subterráneo del proyecto Gran Acuífero Maya, consiste en una gran expedición multidisciplinaria a las entrañas de Chichén Itzá, y tiene como propósito principal investigar esta antigua ciudad a través de su extensa y escasamente estudiada geografía subterránea.

Cabe mencionar que la cueva está siendo debidamente resguardada por el INAH, en colaboración con los ejidatarios de la zona.

El proyecto de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH cuenta además con el acompañamiento financiero de la National Geographic Society y la Universidad Estatal de California, en Los Ángeles.

En lengua maya, Balamkú significa “dios jaguar”, en alusión al atributo divino que los antiguos mayas asociaron a este animal mítico, el cual creían tenía la capacidad de entrar y salir del inframundo. Cabe mencionar que no se conoce el origen exacto del nombre de la cueva, de manera que éste podría no ser el original.

Foto principal: Arturo Bayona/ Proyecto GAM

Otras fotos: Karla Ortega/ Proyecto GAM

(LectorMx)