Mérida, Yucatán.- Es innecesario llevar al cabo una movilización para demandar la devolución de los códices del Mundo Maya tal como se reclama en el caso del penacho o tocado del emperador Moctezuma que actualmente se encuentra en Viena, Austria, expuso el arqueólogo William Mex Albornoz.
Si bien es un patrimonio ancestral, hay que reconocer que los códices mayas –que datan de hace 1200 a 1300 años– se encuentran a buen resguardo en París, Madrid y Dresde, por lo que no requieren ser traídos para su estudio e interpretación, aseguró el epigrafista.
En entrevista, dijo que en la actualidad diversas instituciones de estudio e investigaciones históricas europeas, incluso una dedicada a la cultura maya en Alemania, resguardan dichos documentos y comparten la información sobre la cosmovisión, vida religiosa, astronomía y jerarquización social de los mayas antiguos.
Mencionó que suman unos 14 los códices de origen precolombino, entre ellos aztecas, olmecas, además del maya, que se encuentran distribuidos en diversos países de Europa, y se cuenta con todo su contenido en escáner.
Sobre la destrucción de esa memoria, en escritura jeroglífica, el especialista en epigrafía refirió que fray Diego de Landa es visto como el principal promotor de daños en los bienes que formaban parte del culto maya con el “Auto de fe de Maní” de 1562.
Sin embargo, aclaró, no fue el único que promovió ese tipo de prácticas, ya que en diversos momentos de la ocupación colonial en Yucatán se dieron casos de destrucción de códices en cuando menos 25 localidades, sobre todo las que fueron áreas de influencia en Valladolid y Tizimín.
El investigador precisó que existen otros antecedentes de destrucción de valiosas fuentes de información y múltiples códices en Telchac (1561), Conkal (1583), Motul (1587), Tixcacal (1585) y Yobaín (1586), la zona de influencia de Mérida.
También hubo pérdida de materiales en Maxcanú (1573), Calkiní (1574) y otros en Maní (1563, 1568, 1572, 1575 y 1585), además de Champotón (1579) y Campeche (1584).
De igual manera, el experto documentó casos de destrucción en Cozumel (1584), Dzama (1592) y Bacalar (1567 y 1579), del actual territorio de Quintana Roo.
Los únicos códices prehispánicos que han podido trascender y permanecer son los 14 mencionados que se encuentran en distintos lugares de Europa, destacó.
De la importancia y trascendencia de esos escritos antiguos, Mex Albornoz citó el testimonio de Pedro Sánchez de Aguilar (1613, “Informe contra odolorum cultores del obispado de Yucatán”):
“Tenían libros de corteza de árboles con un betún en blanco, y perpetuo de 10 y 12 varas de largo, que se cogían doblándolos como un palmo, y en estos pintaban con colores la quenta de sus años, las guerras, pestes, huracanes, inundaciones, hambres, y otros sucesos; y por uno destos libros que quite a unos idólatras, vi y supe que a una peste llamaron Mayacimil y a otra Ocna Xuchil, que quiere decir muertes repentinas, y tiempos en que los cuervos se entraron a comer los cadáveres en las casas”.
El arqueólogo confió en la posibilidad de que nuevos hallazgos aporten más vestigios con información, jeroglíficos en estelas mayas y otros objetos que puedan constituir una rica fuente de datos sobre la vida, las creencias, cosmovisión y descubrimientos astronómicos de los mayas.
El académico de la Universidad Autónoma de Yucatán, es estudioso además del “Báalche´o´ob” o nombres de los animales de los antiguos mayas, así como de la numerología maya y su simbolismo en las inscripciones jeroglíficas.
(Jesús Mejía)