Mérida, Yucatán.- Una firma de consultoría para empresas de energías renovables criticó los liderazgos de comunidades y ejidatarios que se oponen a la realización de los proyectos eólicos y fotovoltaicos, ya que además de desinformar, sólo persiguen intereses políticos y económicos.

Lucero Ortiz Guardiola, directora de Proyectos de Energías CB, expuso que los inversionistas y promotores han encontrado trabas y resistencias en localidades que han sido desinformadas, desorientadas y manipuladas por falsos dirigentes.

Los grupos de ejidatarios desgraciadamente han contado con liderazgos que no son representaciones legítimas, ya que éstos más bien tienen otras motivaciones, afirmó.

Tras participar en la mesa “Proyectos Relevantes de Infraestructura” del Tercer Congreso Nacional de Impacto Ambiental, habló de obstáculos por la falta de una representación comunitaria objetiva e imparcial.

A partir de que llegan los proyectos, los habitantes de los pueblos empiezan a organizarse y eligen a un representante que es el que habla más fuerte o el que tiene una posición política, pero no es aquel que ha tenido una representación ancestral.

“Son personas que teniendo un poco más de información, la distorsionan, hablan más fuerte que la totalidad de la comunidad y se asumen como líderes”, recalcó Ortiz Guardiola, al conocer el poco avance de los 24 proyectos de generación eólica y fotovoltaica en Yucatán.

Dijo que las comunidades reciben información distorsionada como amenazas de deforestación y advertencias de que las aspas de aerogeneradores se estrellarán en sus casas cuando ocurra un huracán o que va a haber una gran mortandad de aves y afectación a la biodiversidad.

La consultora comentó que es una falsedad asegurar que los propietarios serán despojados de sus tierras, ya que se estipula en los contratos que las propiedades no son para compraventa, sino de arrendamiento, de usufructo, pues una vez terminado su vigencia, regresa la propiedad.

Además –continuó–, los proyectos eólicos no restringen el aprovechamiento de las tierras y lo único que se les pide es que se alejen de las áreas cimentadas y de los cableados subterráneos por motivos de seguridad.

No existe usura de la tierra, toda vez que los avalúos son determinados por peritos en la materia y no por los empresarios, aclaró acerca de estos intentos de lograr empatía con los intereses de la comunidad, la cual, remarcó, recibe en la mayoría de las veces información distorsionada.

Reveló haber participado en asambleas en las que han tratado de hacer llegar información, pero lejos de ser escuchados son objeto de agresiones verbales de quienes están al frente y los asistentes ya traen una carga negativa de parte de esa representación.

Se han cerrado los canales de comunicación directos entre comunidad y promotores de los proyectos, ya todo es a través de una intermediación que no es ni legítima ni objetiva, puntualizó.

Reconoció que los megaproyectos se visualizan en su planeación y ejecución a 36 meses; sin embargo, dilatan por tratar de informar a ejidatarios y comunidades y para cubrir requisitos de los estudios Impacto Ambiental que piden, por ejemplo, monitoreo de las aves de cuando menos un año.

Al respecto, Norma Fernández Buces, doctora en ciencias y consultora ambiental con más de 25 años de experiencia, señaló que en México no aplicamos el tiempo adecuado para la planeación y organización de los proyectos, los cuales siempre se buscan ejercer en un corto plazo, cuando en otros países requieren hasta 5 años o más para lograrlo

Para ella, el tema de desarrollo de los proyectos no es de confrontación o falta de empatía con las comunidades sino un proceso de desarrollo y maduración.

En México –apuntó–, hemos sacrificado el tiempo de preparación y se pretende lograr todo durante la obra, pero hay cosas que no se pueden resolver.

Si nuestros funcionarios y ejecutivos se preocuparan porque los proyectos se iniciaran adecuadamente, daríamos el tiempo que requieren para su desarrollo y consolidación, abundó.

Es más importante terminar el proyecto que terminarlo rápido, concluyó la experta.

(Jesús Mejía)