Mérida, Yucatán.- La nube de polvo del desierto del Sahara que cruza la Península de Yucatán ocasionó que Mérida tuviera uno de sus peores días en calidad del aire del último año, con niveles de contaminación que prácticamente duplicaron los valores permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las mediciones del laboratorio montado por el Centro de Ciencias de la Atmósfera y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que funciona en la Facultad de Química de la UADY, revelan que fueron más de 12 horas continuas de condiciones “insalubres” del aire que se respiró ayer en Mérida.

Al corte de las 8:00 am de hoy miércoles -que mide las últimas 24 horas-, los valores fueron los siguientes, comparados con el mínimo permitido por las normas internacionales de la OMS:

El llamado “material particulado” PM10 y PM2.5 incide directamente en la calidad del aire que respiramos; ambos entran al cuerpo humano a través de la respiración, pero el más pequeño, PM 2.5, puede llegar a la sangre y generar problemas de salud más graves.

El investigador, Daniel Sánchez Rosas, director del Centro, explicó que en los monitoreos de contaminantes del aire que han realizado en cuatro años en la zona de la Facultad, en la Inalámbrica, muestran que el promedio anual de partículas PM10, que es de 21, ha estado por arriba del nivel recomendado por la OMS, que es de 20 microgramos por metro cúbico.

En el caso de la PM2.5, la ciudad está en la “raya”, pues sus niveles anuales son de 9.5 microgramos por metro cúbico, cuando el “límite” es de 10. En 2018, este indicador tuvo su nivel más alto y, por tanto, más peligroso: 9.69.

Recordó que el polvo del Sahara, después de las quemas agrícolas, es la segunda mayor fuente de material particulado que reduce la calidad del aire en la ciudad de Mérida.

Ante la información errónea que se ha difundido incluso en medios nacionales sobre la “inocuidad” del polvo del desierto del Sahara, el experto reiteró que no hay que confiarse en que no hace daño, porque aún no hay estudios locales que sustenten tal afirmación.

Lo que sí existen son investigaciones internacionales que muestran relación entre este material y enfermedades como meningitis y males gastrointestinales. Por eso, hizo un llamado a no bajar la guardia porque, como sucede con otros “eventos” contaminantes, estas nubes de arena pueden acarrear organismos dañinos para el ser humano.

En ese sentido, adelantó que el grupo de científicos al que pertenece ya elabora un proyecto de investigación para estudiar el impacto en la salud que tiene la baja calidad del aire en Mérida, y en este se incluyen, por supuesto, los del polvos del Sahara.

(Foto principal: archivo)