Mérida, Yucatán.- La devoción a los seres queridos que ya partieron, convertida en culto y tradición con altares para honrar a los muertos, inyecta vitalidad a la economía local, regional e incluso nacional.
Pese al desempleo y bajo poder adquisitivo en estos tiempos de la pandemia, la evocación a los difuntos este 1 y 2 de noviembre trajo un poco de oxígeno a los comercios que dependen de manera directa o indirecta de esta ancestral conmemoración.
Decenas de compradores acudieron a los puntos de venta del mercado Lucas de Gálvez en busca de lo necesario para el montaje tradicional, visitar el cementerio o preparar el pib, mucbil pollo o comida típica de estas fechas.
En los puestos de venta de las cocadas, calaveras de azúcar y de amaranto, camotes y otros dulces, como ocurre en el local de Manuel Sánchez, se concentra la gente con el afán de llevarse unas cuantas piezas para agasajar a las ánimas que según la creencia popular llegarán a los hogares.
Las ofrendas tan ricas en frutas, platillos, antojos y dulces regionales, así como en estructuras y colores, según la región de que se trate, son también obligadas en las casas yucatecas.
Por eso, la gente se prepara, aunque sea con menos dinero, comprando veladoras o cirios, frutas en almíbar, piloncillo con calabaza, yuca y nance o las flores de la temporada como el cempasúchil, pata de león, lilas, nube u otras.
La señora Cristina Puch vende flores desde hace 25 años en el Lucas de Gálvez, sobre todo, las provenientes de Chiapas y Ciudad de México, las principales surtidoras.
Reconoce que por la pandemia este año ha vendido muy poco, pero ahora con el Día de Muertos espera recuperarse en parte.
Otro vendedor, Miguel Santos, quien heredó de su padre un puesto que ya tiene 50 años de existencia, es referente de quien busca insumos o materia prima para el pib.
Con fila de clientes, vende recados, achiote, ajos, moles y otros condimentos para la preparación del alimento tradicional del Hanal Pixán.
Otra que no se queja de las ventas, aunque son menores las entradas, es la señora Rita Piña, quien desde hace 30 años vende dulces típicos, adornos de papel china y calaveras de azúcar para las centenarias ofrendas.
“Son las tradiciones las que nos mantienen activos en el comercio, no los programas de gobierno”, señala la mujer, quien menciona aun en crisis económica, los yucatecos quieren honrar a los parientes que ya dejaron de existir.
Así, mientras las autoridades ya anunciaron la cancelación este año de la magna muestra de altares en la Plaza Grande y el Paseo de las Ánimas en el barrio de San Sebastián, las familias están en arreglos para recibir a las almas.
Esta concurrencia de compradores contrasta con el reporte de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Mérida (Canaco-Servytur) de que las ventas por Día de Muertos serán menores en 50 por ciento en comparación con el el año anterior.
(LectorMx)