Por Adela Mac Swiney González
Madrid, España.- La Caja de las Letras del Instituto Cervantes recibió este miércoles un legado “in memoriam” del poeta español Juan Ramón Jiménez formado por sus libros en verso “Belleza y Poesía”, en primeras ediciones de 1923, y once ejemplares de revistas literarias de aquella época en la que el premio Nobel de Literatura 1956 actuó como editor y “protector” de otros poetas que formarían después la Generación del 27 como Federico García Lorca, Rafael Alberti o Jorge Guillén, entre otros.
Se trata de un legado que resume la obra poética de este andaluz universal, nacido en Moguer, Huelva, sur español en 1881 y fallecido en San Juan, Puerto Rico en 1958 y su enorme influencia en las letras y en la lengua españolas. Todo ello permanecerá guardado en la caja de seguridad número 1677 de la antigua cámara acorazada de la sede del Cervantes durante dos años, hasta que se abra el 15 de diciembre de 2023.
Las 11 revistas pertenecen a cinco publicaciones periódicas de la época: la revista “Sí” (un número del año 1925), “Unidad” (números 1, 2, 7 y 8), “Índice” (números 1, 2 y 3), “Presente” (números 12 y 15 de la considerada como la mejor revista en cuanto a tipografía) y “Política poética” (un ejemplar de 1936, el más tardío, publicado poco antes de su marcha al exilio americano).
A este legado se suma la donación “sine die” de los 47 tomos de las Obras Completas de Juan Ramón Jiménez editadas por Visor, y diferentes trabajos de libros inéditos que van saliendo del archivo del Nobel, donados por José Antonio Expósito Hernández y la editorial Linteo Poesía. Estos libros engrosarán los fondos de la Biblioteca Patrimonial del Instituto Cervantes.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, destacó de Juan Ramón Jiménez no solo su incuestionable aportación a la poesía y lengua española, sino también su “ejemplo de vocación poética” y de “trabajo gustoso”.
Aseguró que el poeta, autor de “Platero y yo”, supo “convertir la vida y el trabajo en un compromiso ético”, en línea con los postulados de los regeneracionistas de aquellos años. En resumen, afirmó el también poeta García Montero, “hizo inseparable vocación y ética” en su compromiso vital por ser un buen poeta.
El acto fue un ejemplo de colaboración entre la familia, representada por Carmen Hernández Pinzón, sobrina-nieta del poeta; la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, coorganizadora del homenaje al Nobel, e instituciones como la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), la Diputación de Huelva y el Ayuntamiento de Moguer.
Hernández Pinzón trazó un paralelismo entre la labor del Instituto Cervantes en la promoción de la lengua española y su propio tío abuelo, quien “luchó y sufrió” por su idioma, que en su exilio en Estados Unidos se sintió “deslenguado”, en el sentido de estar fallando a su lengua materna y “lloraba por su español perdido”, hasta que finalmente su esposa Zenobia organizó el traslado a Puerto Rico, donde fallecería en 1958.
Juan Ramón Jiménez, quien da nombre a la biblioteca del Instituto Cervantes de Nueva Delhi, India, es el segundo premio Nobel de Literatura en lengua española cuya huella “in memoriam” se ha guardado en la Caja de las Letras, tras el legado del colombiano Gabriel García Márquez, el 24 de febrero de 2015.
Es también el tercer Nobel español que entra, tras los legados de los investigadores Santiago Ramón y Cajal (depositado el 25 de mayo de 2020) y Severo Ochoa (el pasado 11 de febrero).
(LectorMx)