Madrid, España.- Nueve mujeres relevantes en ámbitos como el arte, la literatura, la gramática, la música o la ciencia, entregaron un legado colectivo a la Caja de las Letras del Instituto Cervantes en un acto para respaldar la igualdad de derechos entre ambos sexos.

Las artistas Cristina Iglesias y Lita Cabellut, las escritoras Gioconda Belli, Laura Restrepo y Maruja Torres; la lexicógrafa María Moliner (representada por su nieta), la actriz Aitana Sánchez-Gijón, la investigadora María Vallet-Regí y la cantaora Carmen Linares protagonizaron este simbólico acto en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

La secretaria general del Instituto Cervantes, Carmen Noguero, lamentó que la situación de la mujer siga lastrada por la desigualdad y aseguró que “queda mucho por hacer, y también es mucho lo andado en poco tiempo”.

Añadió que este acto “demuestra que el talento puede superar las barreras” y que el cambio de mentalidad de la sociedad sería impensable “sin la contribución de mujeres como estas”.

Una tras otra, las nueve legatarias, tras ser presentadas en el salón de actos por otras tantas directivas, todas mujeres, del Instituto, fueron depositando a continuación sus respectivos legados en la Caja de las Letras.

La primera fue la gran filóloga María Moliner (1900-1981), representada por uno de sus 13 nietos, Genoveva Pitarch, quien dejó en la caja número 729 un legado in memoriam formado por los dos tomos de la gran obra por la que la lexicógrafa aragonesa pasó a la historia: “el Diccionario de uso del español”.

A su vez, la novelista y poeta nicaragüense Gioconda Belli dejó en la caja 683 hasta el año 2032 su primer libro original de poesía que publicó en 1973, así como otro volumen, algunos poemas manuscritos y, como objeto más personal, un gran colgante con forma de mariposa.

La artista multidisciplinar Lita Cabellut dejó un ejemplar de “Bodas de sangre”, que ella ilustró en una espectacular edición de Artika de grandes dimensiones, con 120 páginas en dos cuerpos. Lo dejó en la caja 1250, una de las más grandes de la antigua cámara acorazada, donde quedará de forma permanente.

También quiso dejar las botas que llevaba puestas, que son las que estrenó y usó mientras creaba esa serie artística. Cabellut, residente en los Países Bajos, dijo que en estos momentos de tensión internacional “necesitamos más que nunca el arte y la fuerza de mujer” y agregó que “sin el arte, es como si Dios hubiera apagado la luz”.

Otra reconocida artista, Cristina Iglesias, legó en la caja 726 un libro que editó en 2007, con una tirada de 35 ejemplares, titulado “Liburu hau da itxasoco nabigacionecoa. Contiene el texto poético original en euskera de 1547 de Martin Hoyazabal (y su traducción al castellano) con las coordenadas para que los pescadores vascos pudiesen llegar a faenar a Terranova. La escultora y grabadora explicó que el libro contiene también cinco grabados suyos sobre dicho texto, que asimismo componen la obra escultórica “Brújula de medianoche” (2008), instalada junto a la sede del Parlamento Vasco.

Carmen Linares, cantaora de flamenco, dejó a perpetuidad en la caja número 700, entre otros materiales, el doble CD-DVD de “La mujer en el cante”, que publicó en 1996 y que recoge todos los cantes que han creado y recreado las mujeres a través de la historia del flamenco, con 27 estilos diferentes.

Linares, verdadera leyenda del flamenco, única mujer que ha ganado el Premio Nacional de Música por ese arte, dejó también el traje, colocado sobre un maniquí, y los zapatos con los que actuó en la presentación de esa obra el 29 de abril de 1997 en el Teatro Monumental de Madrid. Todo ello se guardará en la Biblioteca Patrimonial del Instituto Cervantes, en Alcalá de Henares (Madrid).

La colombiana Laura Restrepo dejó la camisita de algodón bordado que le pusieron al gran poeta de su país José Asunción Silva (1865-1896) en su primer día de vida. Una mínima camisita que recibió la madre de Restrepo, Helena Casabianca, de una persona (Elvira Martínez) muy ligada a la familia de Silva. El poeta se suicidó a los 30 años de edad. Un día antes de pegarse un tiro en el pecho, le había pedido a su médico de cabecera que le dibujara sobre la camisa el lugar preciso del corazón.

La novelista y periodista colombiana dejó dicha prenda blanca, a la que colgó un corazoncito rojo, en la caja 699, que se abrirá el 24 de mayo de 2026, coincidiendo con el 130 aniversario de la muerte de Silva.

A petición de Restrepo, Luis García Montero declamó “Nocturno tercero”, considerado “uno de los más bellos poemas” de Silva. Esta fue la única intervención del director del Cervantes en este homenaje con protagonismo exclusivamente femenino.

La intérprete de cine y teatro Aitana Sánchez-Gijón depositó en la caja 727, como donación permanente, dos libros de Rafael Alberti: “El hombre deshabitado”, que fue uno de los primeros montajes teatrales de la actriz, y el volumen “Teatro”, una edición de 1959 con dibujos del poeta andaluz y dedicado a una pareja de amigos cuando se encontraba exiliado en Buenos Aires.

También dejó un collar de la diseñadora Helena Rohner que usó en la representación, durante casi dos años, de la comedia teatral “Un dios salvaje”, de Yasmina Reza, y concluyó leyendo el poema “Guerra”, de Miguel Hernández.

(LectorMx)