Mérida, Yucatán.- Preocupadas por Chichén Itzá, las autoridades del país y de Yucatán no han reparado en que otra estrella turística se apaga: Dzibilchaltún, otrora la tercera zona arqueológica más visitada del Estado y “candidata” al top ten nacional en la década pasada por su boletaje, volvió al lugar de donde salió: bajo la tierra.

De acuerdo con el registro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 2022, recibió solo 38 mil 642 paseantes, la cantidad más baja de la que se tenga memoria o registro, debido principalmente al lío ejidal que la «clausuró» poco más de cuatro meses, por cierto, un lapso más corto, pero más dañino, que el de la pandemia, en 2020, cuando arribaron 40 mil 980 visitantes en apenas medio año.

Cabe aclarar que en 2021 llegaron unos 300 visitantes menos que en 2022, al sumar 38 mil 333, pero en aquel año enfrentó un freno: el primer paro por el lío campesino- de tres meses- y, las restricciones sanitarias más estrictas que las de 2022; la baja del año pasado es numéricamente menor, pero pesa más en la balanza.

Aunque lejana a la supremacía de Chichén Itzá -que actualmente vive un conflicto parecido, que la mantiene cerrada-, Dzibilchaltún era, hasta antes del conflicto de tierras con propietarios de Chablekal, el ejido donde está asentada la zona, un fuerte imán turístico para Yucatán, con un promedio de 136 mil visitantes al año.

El auge de esta ciudad maya, entre cuyos atractivos estaba un cenote -que ya fue cerrado para uso recreativo por la contaminación-, inició su ascenso entre 2002 y 2003, exactamente hace 20 años, con un un promedio de 70 mil paseantes, tras permanecer “rezagada” en la segunda década de los 90, con promedio de 60 mil.

Por esos años, a finales del siglo pasado, ocupaba el quinto lugar en el ranking estatal; en el nacional, ni se diga, estaba en los últimos lugares; pero, en los años 2000, comenzó a escalar y se ubicó como la tercera zona arqueológica más importante de la Entidad.

Se mantuvo así por varios años gracias, en buena parte, a la promoción turística y a los fenómenos de luz y sombra previos o posteriores a los equinoccios, en marzo y septiembre. Su buen desempeño quedó demostrado en 2010 cuando impuso un récord -vigente todavía- de 189 mil 787 turistas.

Este crecimiento también la impulsó para avanzar en el ranking nacional de las zonas arqueológicas más visitadas, ya que, antes, estaba más allá del lugar 20; fue escalando hasta llegar a media tabla (lugares 15-16) y, la mitad de la segunda década pasada, «se pegó» al top ten: en 2010 ocupó el lugar 11.

Así, a pesar de que nunca repitió aquel «pico» de visitas de 2010 -en 2011, tuvo una nada despreciable cantidad de 180 mil turistas-, su promedio no bajó de los 135 mil visitantes; y entre 2018 y 2019, comenzó a recuperar su fuerza y promedió 158 mil paseantes en ese bimestre.

En 2020, llegó la pandemia y tuvo que cerrar de marzo a septiembre; sin embargo, no fue su peor tragedia: cerró ese mal año con 40 mil 980 turistas, unos dos mil 500 más que en 2022. El verdadero problema comenzó a finales de julio de 2021, cuando ejidatarios bloquearon el acceso a los vestigios, por tres meses aproximadamente.

Dzibilchaltún reabrió en noviembre y, al cierre de año, totalizó 38 mil 333 paseantes. Cuando parecía que el conflicto se solucionaba -los ejidatarios habían aceptado la indemnización que les ofreció el INAH-, el impago de la cantidad acordada y la propia división entre los inconformes propiciaron un segundo bloqueo en menos de un año, que «pegó donde más duele»: marzo, uno de los meses con más visitas por el fenómeno arqueoastronómico que antecede al equinoccio, se quedó en ceros.

No obstante que logró reabrirse antes del periodo vacacional de verano -otro de los lapsos donde llegan más visitantes- y ue Yucatán seguía imponiendo récords turísticos -como la cantidad viajeros en el aeropuerto-, Dzibilchaltún no logró levantarse y, hoy por hoy, está en el 5° lugar del ranking estatal y hundida en sitio 31° de todo el país.

(LectorMx)