Por Bernardo Caamal Itzá

Peto, Yucatán.- Fue la noche del 25 de julio, ante la comunidad y las autoridades del municipio de Dzitbalché, Campeche, momentos previos a la entrega del reconocimiento póstumo al hombre que amó la vida y trabajó al lado de los suyos, cuando escuché este magnificó relato.

Gabriela Pech Salazar, hija del maestro César Roberto Pech Súnza (+), nos compartió parte de esa biografía que nos reveló cómo luchar por nuestros sueños, a pesar de las adversidades.

“César, es diferente a los demás, no precisamente por la cuestión física, es diferente porque él tuvo que pensar en mejores estrategias para salir avante en cualquier situación. Tan es así que nunca se limitó de manejar bicicleta, moto, automóvil y no tuvo la oportunidad, pero de seguro hubiera piloteando un avión. Jugó béisbol, montó caballo, fue a leñar, a sembrar y cosechar maíz, compuso bicicletas, la hizo de carpintero, electricista y plomero. Él sabía que no podía dejar su futuro en manos de un trabajo donde la fuerza física fuera la diferencia, así que decidió ser maestro, en un principio no le era muy atractivo este camino, pero al encontrar piedritas que le hacían difícil su paso, se convenció de que ahí estaba su lugar.

“Aun con el pronóstico en contra, que su padre lanzó sobre él, puso esmero para ingresar a la Escuela Normal. En el primer intento fracasó, así que tomó el empleo en la oficina de correos que su hermano mayor dejó para irse a estudiar, ahí ganaba unos pesos para sostenerse y ayudar a sus padres. Un día un compañero, que ya estaba estudiando en la Normal, platicó con él y lo animó para que de nuevo intentará ingresar a la escuela. Su padre no estaba contento con esta idea, el empleo en correos era seguro y su pase a la Normal no. César intentó de nuevo, esta vez quedó en la lista de los admitidos. Abandonó el trabajo de oficinista de correos, empacó las dos mudas (conjunto) de ropa que tenía y esperó al tren que lo llevaría hacia su nueva casa, la Normal Rural de Hecelchakán. En ese tiempo esta escuela era internado de tiempo completo, los alumnos tenían una serie de actividades que ocupaban sus horarios vespertinos. Al llegar, su compañero, quien lo había alentado a ingresar de nuevo a la escuela, lo presentó con varios más del alumnado, poco a poco se fueron dando cuenta de la habilidad que César tenía con las matemáticas, pero sobre todo con la organización. Empezó a ser reconocido por su apellido PECH, por los pasillos se escuchaba el sobrenombre ‘Pechito’.

“El director de la Escuela, Jorge Euán Tay, no lo conocía físicamente, cuando lo hizo solo se tomó la molestia de calificarlo por lo físico, su mirada no dio para más, su mente sólo arrojó la idea de que ese alumno no era apto para continuar en esa escuela, y esta idea se la planteó al supervisor de zona, Juan Pacheco Torres, cuando éste visitó la escuela para dar inicio al nuevo ciclo escolar.

‘Pechito’ se encontraba en la huerta mientras ellos, en la dirección escolar, dilucidaban sobre el destino de este alumno. Fue así que ‘Pechito’ recibió un aviso para presentarse ante el director de la escuela y el supervisor de la zona escolar; acudió enseguida, no imaginaba siquiera la sentencia que le esperaba. Al entrar a la oficina, el que tomó la palabra fue el supervisor Pacheco Torres y en buen tono le dijo: Pech, no puedes continuar como alumno de esta escuela.

“El joven no dudó al preguntar el porqué de esa decisión; el director de la normal se dio cuenta que no sería fácil convencer a ‘Pechito’ de rendirse. El supervisor contestó a la pregunta de Pech. Le dijo que la razón de su baja era porque no sería capaz de realizar todas las actividades que implicaba el ser becario de la escuela. Pech les lanzó una nueva pregunta: ¿Existe alguna queja de mis maestros, del comité de alumnos o de mis compañeros hacia mí? Yo sé que tengo iguales obligaciones que mis compañeros. Les hizo ver que él no pedía, ni mucho menos quería un trato especial, durante su vida nunca lo había tenido así que no lo necesitaba.

Esa interrogante no ablandó el corazón de sus enjuiciadores, quienes se vieron en la necesidad de dar un nuevo argumento. Le aseguraron que por haber terminado la secundaria en la ciudad de Mérida, Yucatán, se complicaba su caso, pues el plan de estudios yucateco no era compatible con el campechano.

‘Pechito’ le pidió al supervisor en tono más blando que le diera oportunidad de seguir, que él le aseguraba que si no podía realizar los trabajos que como becario le correspondía él mismo tomaría sus cosas y abandonaría la escuela.

Pero ‘Pechito’ no vio ese argumento como una súplica sino como un reto.

Pacheco Torres le preguntó al director Euán Tay si había una queja en contra de ‘Pechito’, a lo que la respuesta fue negativa. No tenían un argumento lo suficientemente válido para cortar de tajo el futuro de ‘Pechito’, así que le dijo: Mira ‘Pechito’ hay un problema con tu certificado, hay que revalidarlo, ¿entiendes lo que te digo? Mira, si me contestas lo que te voy a preguntar te quedas en la Normal ¿Aceptas? ‘Pechito’ era un mar de nervios, su mente le ordenaba dar como respuesta un no, pero su corazón le insistía con un sí, al mismo tiempo que bombeaba aceleradamente.

La respuesta del joven fue: sí.

Muy bien Pech, ahí va la pregunta: ¿qué significa revalidar?

Su mente de estudiante inició una búsqueda en su biblioteca de vocabularios, la maquinaria de su cuerpo estaba a punto de pararse. El corazón apresuraba la memoria, no había señal ni rastro de esa palabra en ninguna parte del cuerpo de ‘Pechito’, hasta que el sentido común se apiadó de él, re: otra vez, de nuevo. Validar: valor. Después de unos minutos que parecieron siglos para este alumno la respuesta brotó de su voz: revalidar, dar un nuevo valor. ¡Muy bien ‘Pechito’!, tu certificado ha quedado revalidado, tiene un nuevo valor, así que puedes regresar a tus actividades.

César, como pudo, se levantó del banquillo de los acusados y con seguridad abandonó la dirección y mejor aún abandonó el peligro de una posible baja.

Salió de la Normal y se dirigió a la oficina de Telégrafos´, envió un telegrama a su padre que decía: papá, fui aceptado, trae mi ropa… ‘Pechito’ inició su vida normalista con seguridad y la terminó con el aprecio de sus compañeros, maestros, panaderos, cocineros, enfermeros y más personal de la escuela. Llegó a ser jefe de pabellón, vigilante de cocina y nunca le faltó comida. Siempre supo que para ganarse el pan había que trabajar y el poco tiempo que le quedaba después de sus clases ayudaba en la cocina, panadería, aserradero y lo hacía con una sonrisa. Su trato amable lo caracterizaba.

‘Pechito’ se graduó y su vida como profesor estuvo llena de reconocimiento de sus compañeros de trabajo, pero más de sus alumnos quienes siempre que se refieren a él lo hacen diciendo: el maestro César, “muy buena persona….”

El maestro rural “Pechito” falleció el 1 de enero de 2023.

Escuchar estas historias, nos inspiran a luchar por aquellos sueños y superarnos para ser mejores hombres y mujeres.

Gracias a Gabriela Pech Salazar por compartirnos el relato sobre uno de los grandes maestros de Campeche.

Puede escucharla completa y a detalle después de las 8:15 de la mañana de este viernes 28 de julio, en la frecuencia de la radio XEPET “La Voz de los Mayas”.

(LectorMx)