Celestún, Yucatán.- Más de 10 mil personas, en un cálculo moderado, recalaron en las playas de Celestún para ver el eclipse anular de Sol, que regaló postales increíbles… hasta que, precisamente en el clímax, las nubes eclipsaron al eclipse.
El anillo de fuego fue apenas perceptible y sólo por algunos segundos, con lapsos realmente de nula visibilidad, a pesar de las porras que le echaron, el Sol y la Luna ocultaron su ‘danza’ de la vista de los visitantes.
Lo que no pasó inadvertido fueron las ganas incluso de quienes no habían venido a ver el fenómeno, pero cayeron seducidos por la algarabía de aquellos que tenían sus lentes especiales y alardeaban de la especularidad del fenómeno astronómico.
Por supuesto, no faltaron los oportunistas que, en medio de la euforia, vendían gafas ‘blindadas’, a precio de oro: 100 pesos… lo toma o… no ve nada.
Tampoco faltaron los telescopios, para fortuna de los visitantes, gratuitos, pero no sin antes aguantar hasta cinco minutos de fila, vaya, había que esperar más de lo que iba a durar el climax del eclipse para echar un vistazo al Astro Rey mientras lo devoraba la Luna.
Aunque el Sol finalmente salió, ya era demasiado tarde: la Luna se escapa de sus brazos y de las miradas, que, sin decirles adiós, fueron abandonando a los astros, ocultos por las celosas nubes.
En apenas unos segundos, la mayoría de los espectadores regresó a lo que fue: tirarse en la arena, jugar con el perro, tomarse una cerveza o darse un chapuzón para apagar el calor y el coraje de no haber disfrutado del punto máximo de un espectáculo celestial irrepetible: un próximo eclipse anular de Sol en esta zona ‘volverá’ hasta el año 2269.
Así que nadie que esté vivo hoy, ni los hijos de sus hijos, y un poco más, podrá disfrutarlo… Quedó claro que la Naturaleza manda y que al hombre no le queda más que conformarse con lo que quiera darle…
(LectorMx)