Por Adela Mac Swiney González
Madrid, España.- “Chagall. Un grito de libertad”, una exposición con una nueva visión de la obra del artista, impulsada por un fuerte compromiso de firme convicción humanista, podrá verse a partir de mañana y hasta el 5 de mayo en la Fundación Mapfre de Madrid. Con recorrido que supera las ciento sesenta obras, la muestra presenta, además, como novedad, un conjunto de más de noventa documentos, en su mayoría inéditos, procedentes del Archivo Marc e Ida Chagall.
“Chagall. Un grito de libertad” presenta por primera vez la obra del gran artista ruso en el marco del complejo contexto histórico y biográfico que determinó su existencia.
Impulsado por un fuerte compromiso sociopolítico de cariz humanista, el trabajo de Marc Chagall (1887-1985) se ofrece desde esta nueva perspectiva que muestra su pintura como un conmovedor testimonio de su tiempo; un tiempo cuya convulsión sigue estando presente en el que se vive actualmente.
A lo largo de su vida, Marc Chagall atravesó algunos de los acontecimientos más traumáticos del siglo XX, entre ellos, las dos guerras mundiales, que le obligaron a experimentar el desarraigo y la migración, condición encarnada por las figuras que pueblan tantas de sus pinturas.
Desde su infancia en Rusia, donde nació, pasando por Francia, Alemania, Palestina y Estados Unidos, hasta su vuelta a Francia después de un exilio de siete años, la exposición hace un recorrido cronológico y temático por su obra tomando en consideración la postura del artista ante las convulsiones del siglo que le tocó vivir.
En un desafío a los preceptos de sus raíces judías jasídicas, que restringían la representación de imágenes tridimensionales para evitar la tentación de idolatría, Chagall emprendió su carrera de artista muy temprano y quizá fue esa restricción uno de los motivos por los que su pintura se mantuvo siempre en el terreno de la representación figurativa, a pesar de verse influido durante su estancia parisina por algunos de los movimientos más importantes de las vanguardias históricas como el cubismo, el fauvismo o el futurismo, al tiempo que se inundaba de elementos mágicos y ensoñaciones fantásticas, que le permitían huir de una realidad difícilmente asimilable.
Marcada por las vicisitudes vitales, su obra se mueve en un mundo entre lo real y lo imaginario, mostrando, sin embargo, el hondo compromiso de su autor con el hombre y sus derechos, con la igualdad y la tolerancia entre los seres.
La exposición incide así en algunas de las cuestiones que más preocuparon al artista desde un novedoso punto de vista, pero más allá, el trabajo de archivo y la profunda labor de investigación que se han realizado para este proyecto buscan abrir caminos a una nueva lectura de la obra del artista y poner de manifiesto su fe inamovible en la armonía y la paz universal, mediante el establecimiento de miradas y diálogos cruzados con la historia que se estaba escribiendo.
Asimismo, podrá contemplarse, por primera vez, una selección de los escritos del artista en yidis, su lengua materna, en la que expresaba preferentemente sus compromisos políticos y humanistas.
Nacido en 1887 en Vítebsk (en la actual Bielorrusia) como Moshe Segal, Marc Chagall fue el mayor de nueve hermanos. Desde pequeño recibió una educación judía tradicional. En 1906 comienza su formación artística con Yuri Pen, en la escuela de dibujo y pintura de su ciudad y un año después viajó a San Petersburgo, donde asistió a la Escuela Imperial de Dibujo para el Fomento de las Artes.
Continuó sus estudios en San Petersburgo hasta que en 1911 marchó a París donde se impregnó de las modernas tendencias artísticas europeas. A través del poeta Guillaume Apollinaire, conoció a Herwarth Walden, fundador de la galería Der Sturm de Berlín, donde el pintor celebró en 1914 su primera exposición individual con 240 obras.
El estallido ese año de la Primera Guerra Mundial, cuando se encontraba de visita en Rusia, le obligó a permanecer en el país los siguientes ocho años. Luego, en 1917, tras la Revolución de Octubre y el ascenso al poder de los bolcheviques, obtuvo el estatus de ciudadano ruso de pleno derecho después de años de discriminación por su origen judío.
En el verano de 1920, Chagall es invitado a realizar la decoración del Teatro Nacional Judío de Cámara de Moscú (GOSEKT) y participó activamente en la vida artística judía. Abandonó definitivamente Rusia en 1922 y, tras pasar unos meses en Berlín, se instaló en Francia un año más tarde.
En 1931 asesoró la creación del Museo de Arte Judío de Tel Aviv y pasó casi tres meses en Palestina. Con la llegada al poder del régimen nazi en Alemania, sus obras fueron descolgadas de los museos del país y tres de ellas se presentaron en la exposición Arte degenerado en 1937, año en el que el artista obtuvo la nacionalidad francesa.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana de Francia extendió la represión antisemita en el país, por lo que finalmente, en 1941, emprendió su camino al exilio en Estados Unidos. En 1948 regresó a Francia y recibió importantes encargos para realizar escenografías teatrales, ilustración de libros, pinturas y obras monumentales entre las que se cuentan vidrieras para distintos lugares.
A partir de este momento trató de transmitir un mensaje de paz a través de su obra. Marc Chagall falleció la noche del 28 de marzo de 1985 en Saint-Paul-de-Vence, donde está enterrado.
(LectorMx)