Imagina una contaminación del aire tan pesada que no puedes ni mirarte los pies cuando caminas en la calle, tan impenetrable que oculta completamente la luz solar y tan tóxica que te deja jadeando y con irritación en los ojos.
Ese era Londres a mediados del siglo pasado cuando la contaminación proveniente del carbón causaba estragos. Hoy, escenarios como este son más comunes en ciudades chinas y otras del mundo en desarrollo.
Pero aunque este tipo de contaminación es una cosa del pasado en Londres, un nuevo tipo de polución está generando gran preocupación en los británicos.
Y buena parte de esta contaminación viene principalmente de una fuente insospechada: vehículos diésel diseñados para reducir las emisiones de carbono, que sin embargo despiden otro gas, el dióxido de nitrógeno (NO2), que está preocupando a las autoridades británicas.
Un estudio reciente señala que la contaminación en Londres está costando casi 10.000 vidas al año.
Qué es el NO2
La investigación del Grupo de Investigación Ambiental de la universidad King´s College London indica que estas muertes provienen partículas en suspensión, conocidas por sus siglas en inglés como PM2.5, que penetran en los pulmones, y del dióxido de nitrógeno.
Sin embargo, el dióxido de nitrógeno es el que está causando más alarma.
Londres tiene los niveles medidos más altos de este gas y ha contravenido las regulaciones de la Unión Europea en esta materia por los últimos cinco años.
En 2015, los niveles de NO2 en la emblemática calle de Londres, Oxford Street, rompió el límite anual de tolerancia de ese gas en apenas cuatro días.
El estudio del King’s College London señala que el dióxido de nitrógeno es responsable por casi 6.000 muertes anuales en la capital británica.
(Información completa: BBC Mundo)