Por Jesús Mejía

Mérida, Yucatán.- El bombero José Ricardo Silveira Salas, quien falleció por Covid-19, nunca pudo dejar de ejercer su más grande pasión: ayudar a la gente.

Se fue y se le recuerda como un hombre de gran nobleza y de buen carácter; su última gran acción: el auxilio a los damnificados por las inundaciones de la tormenta tropical “Cristóbal”.

Tal es el testimonio coincidente de su hija Lourdes Silveira Zapata y de su entrañable amigo Elías Vázquez Hernández, cuyas palabras reflejan la consternación y tristeza que provocó el deceso entre socorristas y apagafuegos.

“Me siento muy orgullosa de tener a seres como él con un corazón tan grande y como uno de mis ejemplos de vida. Gracias pa, eres todo un héroe”, escribió su hija al compartir un video en el que se aprecia cómo su padre puso a salvo a un niño en la comisaría de Dzununcán.

Los restos del sub oficial de la Dirección de Siniestros y Rescates y jefe de estación de bomberos fueron incinerados ayer mismo.

Con gran pesar, Elías Vázquez recordó la entrañable amistad y relación laboral que tuvo, a lo largo de casi 30 años, con el desaparecido “Chiquilín”, apodado así por su más de 1.75 metros de estatura.

“Estaba grandote y robusto, pero tenía la nobleza de un niño”, describió.

Según sus palabras, su compañero siempre fue muy servicial, cumplido y responsable, humilde y de gran corazón, que sabía escuchar a los demás.

Rememoró su desinteresada labor como socorrista, ya que en una ocasión atendió a un hombre, víctima de un accidente automovilístico, con espasmos propios de un infarto, por lo que procedió a presionar el pecho y dar respiración boca a boca.

Dentro de su labor como voluntario de la Cruz roja, el “Chiquilín” realizó labores de buceo para el rescate de personas en cenotes, pozos y playas, además de que se aplicó muy bien en los primeros auxilios, conocimientos que compartió posteriormente como bombero.

José Ricardo tuvo muchas amistades, porque sabía hacer amigos, además de que era un hombre muy entregado a su labor como socorrista y bombero, ya que era su costumbre tomar la guardia cada año en la Nochebuena o Navidad para atender cualquier emergencia en vez cenar y brindar con su familia, recordó el entrevistado.

Elías Vázquez remarcó que la vocación de Silveira Salas fue siempre ayudar a los demás, ya que se desempeñó como voluntario de los años 80 hasta el 2007 cuando pasó a formar parte del H. Cuerpo de Bomberos, donde como perito e instructor capacitó a sus integrantes en primeros auxilios y fue responsable de estación.

Apreciado entre socorristas de la Cruz Roja y los bomberos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), la desaparición de José Ricardo causó gran pesar entre sus amistades y conocidos, lo cual queda como legado para sus hijos Lourdes y Rigel.

Con el fallecimiento de Silveira suman nueve los elementos de la corporación que mueren en esta etapa de la pandemia: siete policías, un paramédico y un bombero.

(LectorMx)