Por María del Mar Boeta
-¡Mamá, ¿por qué no filmas cómo prenden todos los globos! – Un momento, no prende la cámara… -¡No los voy a poder ver en la casa!
La joven madre y su pequeña hija no despegaban la mirada del cielo. La niña, con un pequeño impermeable y botitas, abría los ojos y daba pequeños saltitos señalando los puntos luminosos en el cielo. Así como cientos de yucatecos y visitantes de otros estados, estaban decididos a no perder detalle alguno del Festival de Globos de Tahmek.
La lluvia que bañó Yucatán durante la tarde del sábado no fue impedimento para que cientos de personas decidieran que concluirán ese día en este municipio, ubicado a 50 minutos de Mérida. Desde hace un par de meses el anuncio que este evento, celebrado en honor del octavo aniversario de Luces en el Cielo, se anunció en redes sociales y desde el primer momento causó expectativa ya que nunca se había realizado un evento similar en el estado.
El festival comenzó el viernes 5 de agosto y concluye hoy domingo con soltura de globos, exhibiciones y talleres para saber diferenciar entre un globo artesanal y una linterna, por ejemplo. También se ofreció la oportunidad de comprarlos (a $50) y recibir instrucciones para prenderlo y cuidar el medio ambiente.
La cita para el inicio era a las 8 de la noche en el estado de béisbol pero desde antes de las 7 la carretera rumbo a Tahmek se mostraba más transitada que de costumbre. Quienes llegaron con anticipación fueron afortunados porque encontraron rápidamente donde estacionar sus automóviles y un lugar en las gradas del recinto.
A la hora pactada se encendió el primer globo causando las expresiones de admiración y euforia de los asistentes, especialmente de los niños quienes no los perdían de vista y llenaban a sus padres de preguntas cómo qué ocurriría si se cayera, por qué tuvieron que viajar lejos de Mérida para verlos y si era posible comprar uno y encenderlo en casa.
El tamaño de los globos que subirían al cielo fue en aumento y el público aplaudía cada vez que alzaban el vuelo, sin embargo, también gritaban o corrían cuando el viento o el fuego les jugaban una mala pasada y se derrumbaban.
María del Carmen Ábrego, llamada por sus nietas “Chichí”, compartió que se unió a la celebración porque las niñas se enteraron a través de otras amigas y pidieron venir. “Dudamos en venir por la lluvia pero mis nietas estaban emocionadas y decidimos hacer el esfuerzo. Las veo contentas así que el viaje valió la pena y es muy bonito ver el cielo lleno de grandes luces, como si fueran ovnis. No va a faltar quien llame a Maussan”.
A pesar del entusiasmo y algarabía el tráfico dentro del municipio se convirtió en un problema debido a que varias personas dejaron sus automóviles en doble fila, en zonas no permitidas y en la carretera federal, obstaculizando el paso.
La circulación se complicó y sobrepasó a los pocos policías por lo que ciudadanos decidieron convertirse en agentes de tránsito temporales y coordinar los movimientos, actitud que fue recibida con agrado y contó con la colaboración de los demás paseantes.