Diez de los 17 códices prehispánicos, de naturaleza astronómica.

Mérida, Yucatán.- La reputación de los mayas en la astronomía rebasa lo meramente observable: conocían los ciclos lunares, los eclipses, los planetas y sabían que la Tierra era redonda, coinciden en afirmar diversos investigadores  en torno de esa civilización que ocupó el sureste de México y Centroamérica.

“Está absolutamente fuera de duda que los pueblos pertenecientes a la cultura maya y otros, derivados de ésta, sabían efectuar el cálculo de las lunaciones y de los eclipses. Basta el Códice de Dresden para probarlo”, apuntó la investigadora Judith Remington.

La especialista anotó en su ensayo “Cronología y astronomía maya-mexica”que diez de los 17 códices prehispánicos relativamente completos sobrevivientes (entre ellos, el de Dresden, Alemania) son de naturaleza astronómica y calendárica.

“La importancia cultural de esos conceptos no ha sido destacada lo suficiente por los investigadores modernos”, recalcó la investigadora estadounidense, quien apuntó que los gobernantes mayas enlazaron los eventos importantes de sus vidas con fenómenos astronómicos, en particular eclipses y conjunciones planetarias.

Miguel León Portilla, Alberto Escalona Ramos y José Huchim,  reconocidos arqueólogos y estudiosos de la cultura maya, han confirmado en sus estudios la aportación de los mayas a la astronomía  incluso contemporánea.

Para esos estudiosos, los mayas conocían con gran exactitud las revoluciones sinódicas de los planetas Mercurio, Venus, Marte Júpiter y Saturno. Calcularon los períodos de la Luna, del Sol y de estrellas como las Pléyades, que señalaban los inicios de algunas festividades religiosas, indicaron

Su cosmología se basaba en La Vía Láctea, a la que llamaban Wakah Chan y relacionaban con Xibalbá, el camino al inframundo. Sólo los sacerdotes tenían acceso al conocimiento astronómico, pero la gente los respetaba y organizaba su vida de acuerdo a sus predicciones.

En un testimonio que ha sobrevivido a los siglos, Diego de Landa escribió acerca de los mayas: “tenían un año perfecto como el nuestro de 365 días y 6 horas. Dividían lo en dos maneras de meses, los unos de 20 días que se llama Uinales, que quiere decir luna, la cual contaba desde que salía nueva hasta que no parecía”.

Sopbia Pincemin, del Instituto Chiapaneco de Cultura, anotó que para los mayas la palabra para nombrar al sol es kin con sus variaciones en casi todas las lenguas mayances salvo en tzeltal, tzotzil y chicomucelteco  en donde está reemplazada por la voz kakal (fuego).

Los nombres principales del sol o dios solar en el ámbito maya son, entre otros, kin sol o día, Ah kin “el del sol”, Kinicb Ahau ” Rostro del Sol” o “Señor del Ojo del Sol”. Ciertos títulos de respeto sobreviven hasta hoy: Nuestro Padre o Nuestro Abuelo, entre los quichés. Nuestro Señor (lacandones) y Padre Santo (tzotziles y tzeltales)

(Jesús Mejía)