¿Ha llegado el momento de buscar alternativas al WhatsApp como herramienta de comunicación?
Aunque la sorpresa elevada a la categoría de susto fue monumental para muchos, lo cierto es que no resulta extraño que Facebook trate de obtener un rendimiento económico a la millonaria inversión hecha al adquirir WhatsApp. Pero la realidad es tozuda: la red social podrá disponer a partir de este momento salvo que el usuario tome medidas para evitarlo, de todos los números de teléfono con los que contactemos mediante la conocida app de mensajería. ¿Hay motivo de preocupación? En primera instancia parece que no, pero los celosos de su privacidad podrían ver en un futuro sus cuentas con whatsapps publicitarios y desde luego, sus perfiles de Facebook con publicidad relacionada con sus contactos.
Llegados a este punto, la pregunta es obligada ¿ha llegado el momento de buscar alternativas al WhatsApp como herramienta de comunicación? Lo cierto es que el cambio no resultaría fácil. WhatsApp ha logrado en nuestro país establecerse como un estándar en materia de comunicaciones, o dicho de otra manera, quien no está en WhatsApp, no existe. Esta apabullante presencia de la herramienta no se corresponde con su hegemonía en el resto del mundo: de hecho, el dominio de WhatsApp en nuestro país resulta atípico si consideramos la distribución de las aplicaciones en el resto del mundo. Sin alejarnos mucho, ni en Francia ni en Portugal la herramienta tiene una posición hegemónica.
No obstante, los que deseen buscar alternativas que garanticen más la privacidad del usuario las van a encontrar sin problemas, aunque eso sí, posiblemente en nichos de usuarios entre sus más conocidos. La principal sin duda es Telegram: un proyecto creado por el magnate ruso Pável Durov y que goza de una gran popularidad en nuestro país. Esta aplicación es muy similar a WhatsApp aunque ofrece funciones adicionales y más opciones de configuración, pero por contra, no permite efectuar llamadas. Su principal ventaja es también su mayor amenaza: carece de modelo de negocio y como el propio Durov reconoció, “mi intención es hacer un producto sin ánimo de lucro”, es decir, que su subsistencia de cara a futuro depende únicamente de la voluntad del empresario de mantener el sistema.
La otra gran alternativa más o menos garantista de la privacidad del usuario es optar por las aplicaciones de mensajería de los grandes, que las ofrecen como un servicio de valor añadido y sin interés aparente en monetizarlo. Así, los usuarios del ecosistema de Apple encuentran refugio en iMessage, pero con la gran limitación que esta aplicación no permite comunicarse con nadie que no tenga un producto de la casa. Otro tanto sucedería con Google y su recién anunciada app Allo, que emplea la inteligencia artificial para ofrecer un servicio de mensajería avanzado para el usuario. Sin embargo, la gran dificultad de los productos de Google es su volatilidad: la firma tiende a ‘matarlos’ al cabo de unos años sin dar excesivos motivos, y en una aplicación tan necesaria como la de mensajería, esto puede ser un problema.
Otro gigante en número de usuarios es WeChat, una aplicación que reina con autoridad en China, pero que en nuestro país se enfrenta nuevamente al muro de los estándares y que queda relegada a la categoría de nicho. Si echamos un vistazo a las tendencias de futuro, los más jóvenes son cada vez más proclives a emplear Snapchat como centro de comunicaciones, y atentos porque esta app también permite las llamadas y videollamadas. Es difícil romper las hegemonías en un mercado, pero los usuarios que se hayan preocupado con la última decisión de WhatsApp pueden ir poco a poco creando sus grupos de familiares y amigos en los que emplear herramientas alternativas.
(elpais.com)