Cancún, Quintana Roo.- En ‘la ciudad del pecado’, el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega lamentó el alejamiento de las familias y de la sociedad en general de la labor evangelizadora de la Iglesia católica, y advirtió riesgo de desánimo entre los jóvenes.

En el XVII Encuentro Provincial de Catequistas de la jurisdicción eclesiástica que abarca los estados de Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, celebrado el sábado pasado en Cancún, reconoció que las cosas han ido cambiando.

Describió que aunque las parroquias, incluso los colegios privados, siguen ofreciendo este espacio de educación en la fe, no se puede negar que las familias se ven agobiadas a la hora de pretender cumplir con esa misión.

Sea por los horarios laborales de los padres, especialmente en aquellas familias en la que ambos progenitores trabajan, sea por los atractivos del mundo, explicó.

“La mentalidad de consumo y de mercado se han encargado de llenar nuestros fines de semana de distracciones, entretenimientos, esparcimientos en donde olvidar las soledades de la semana, las exigencias del trabajo mal remunerado, la vaciedad del corazón que no descansa en el Señor.

“Qué difícil es encontrar espacio para ir al encuentro de Dios, de crecer en la fe”, abundó

De acuerdo con el texto de su mensaje, difundido este jueves, reflexionó cómo este fenómeno llamado: “posmodernidad”, va afectando y quebrantado el actuar y pensar de aquellos que participaban en esas tareas.

Cuestionó que las difundidas promesas de felicidad universal, unidas al consumo desmedido, no hacen más que suscitar egoísmo y corrupción, un alejamiento de los valores de la Iglesia y sus enseñanzas.

“Y así, como constatamos en carne propia, la indisposición que nuestra sociedad tiene ante la invitación de buscar una relación de amistad con Jesucristo, así de igual modo, se nos presenta el reto de seguir transmitiendo el mensaje del evangelio, pues resulta cada vez más difícil.

“Aún entre nuestros queridos catequistas, encontramos signos de desaliento y confusión, suscitados por deslumbramientos del mundo”, precisó.

Previamente, evocó que hace algunos años, en muchas de las comunidades parroquiales, lo cotidiano del sábado por la mañana o la tarde era asistir a las lecciones de “doctrina”.

Una estampa habitual, ilustró, era mirar la romería de pequeños que acudían a la Iglesia para el catecismo; por un par de horas el templo parroquial se convertía el centro del pueblo, pues de él iban y venían los niños, algunos a pie, otros más distantes en bicicleta, bajo la mirada atenta de sus padres.

La plática del arzobispo “Qué implica el proceso formativo del ministerio del catequista hoy, dentro de la iglesia” se llevó a cabo en el Polifórum de Cancún.

(LectorMx)