Mérida, Yucatán.- Franceses hacen la masa para echar al comal una tortillas en la cocina de una casa maya, luego intentan hacer algunos “cruces” de hilos para fabricar una hamaca… bordan una parte de lo que será un hipil…
Son la nueva cara de los turistas que está atrayendo Yucatán, en los que los visitantes se fascinan no sólo al ver cómo tradicionalmente se vive, se come y hasta se duerme en una comunidad maya, sino que, incluso, aprenden a pedirle permiso a los dioses para la siembra…
Esto ocurre en Ek Balam, una comunidad de apenas 300 habitantes, a dos horas y media de camino de Mérida, y media hora de Valladolid, ambas urbes que han atraído a miles de descendientes de los antiguos mayas, quienes han estado perdiendo su identidad.
“¿Deben ser los reductos de vida rural artículos puramente turísticos?”, se pregunta el rector de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), durante la inauguración del 4o Congreso Nacional de Turismo Rural, en el Centro Cultural (edificio Central) de la máxima casa de estudios.
Mientras en sus discurso inaugural, el Rector se hacía otras tantas preguntas profundas sobre el tema como, por ejemplo, ¿quién producirá los alimentos del futuro, para los habitantes de las grandes ciudades?, en el patio central, unos 20 comerciantes de productos orgánicos vendían de todo. Era la feria del productor comunitario, llamada “U k’íimbesajil ba’axo’ ob ku meyajta’al maja” (La fiesta donde se comparte lo que se trabaja en la comunidad).
Desde comida hecha, hasta productos recién cultivados, pasando por artesanías, hamacas y hasta productos de belleza. No podían faltar los viajes turísticos en los que precisamente se muestra a los turistas cómo todos esos productos llegan hasta sus manos en oportunidades como ésta.
Antes de que el Rector declarara inaugurado el encuentro, Mario Tuz May, representante del centro ecoturístico Unajil Ek Balam, habló precisamente de cómo, desde 1999, su comunidad había forjado un proyecto integral para atraer visitantes.
Dijo que, casi 20 años después, han consolidado cuatro rutas turísticas, y que los visitantes, en su mayoría franceses, pasan cuatro días en la comunidad para conocer no sólo los sitios atractivos, como la zona arqueológica de Ek Balam, sino la costa, la forma de vida de la comunidad (es ahí donde urden hamacas, tortean masa) y cómo siembran para producir sus alimentos.
Poco después, en entrevista, Tuz May aseguró que el proyecto que tienen ha logrado frenar la migración de los jóvenes hacia las urbes; incluso, aseguró que muchos de ellos sólo salen a estudiar, durante la semana, y regresan los fines de semana a su comunidad.
Explica que muchos de ellos van a las escuelas preparatorias y universidades de otros lugares como Valladolid, Izamal, e incluso Cancún, pero no que se están desarraigando porque en el proyecto comunitario pueden encontrar, una vez preparados, y una una vez que la demanda crezca, el empleo para ganarse el sustento diario.
Ellos ofrecen hospedaje, comida y los recorridos turísticos con experiencias específicas como el trabajo en la milpa, como esparcimiento: los viajes en lancha a San Felipe y Río Lagartos.
“No puedo decir que ya se solucionó todo el problema (de migración de los jóvenes hacia las ciudades), pero sí que hemos contrarrestados algo”, explica el Tuz May.
El 4o Congreso Nacional de Turismo Rural inició este lunes en Centro Cultural Universitario, y a partir de este martes se traslada a Tzucabab, en donde se desarrollarán la mayoría de las actividades, y conferencias magistrales.
Este lunes, después de la inauguración, hubo dos conferencias magistrales, ponencias, un simposio, y estaba programada una velada cultural, en lengua maya, por la noche.
A partir de este martes 7, se realiza el simposio “Paisaje y Turismo Rural” en rancho Hobonil de la Uady, en el municipio de Tzucacab, Yucatán. En este lugar se realizarán dos talleres titulados “Comunicación visual para el turismo rural” y “Turismo rural y resiliencia”.
(EVM)