Mérida, Yucatán. – Como alas de mariposa, las cuerdas de la guitarra de Pablo Garibay rozaron las almas de los asistentes al Teatro José Peón Contreras, donde se dejaron embelesar por los trinos y cadencias del Concierto de Aranjuez del compositor español Joaquín Rodrigo.
En una de las más emotivas noches en el historial de la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY), Pablo Garibay en la guitarra y Jesús Medina en la batuta dejaron su huella indeleble en el público que les tributó al final una clamorosa ovación de pie.
Con la interpretación este fin de semana del más famoso de los conciertos para guitarra, la obra de Joaquín Rodrigo refrendó su inmortalidad adquirida en 1940 en Barcelona, cuando el guitarrista Andrés Segovia la presentó al mundo como herencia para las futuras generaciones.
Hay otras obras de gran calidad como el Concierto del Sur, de Manuel M. Ponce; la Fantasía para un Gentilhombre, del propio Joaquín Rodrigo, y el Concierto para Guitarra y Pequeña Orquesta, de Héitor Villa-lobos, pero ninguna tiene la aceptación y popularidad que el Concierto de Aranjuez, una de las estampas musicales que distingue a la cultura española.
Nadie se atrevió a perturbar los tres movimientos de los que consta esta creación, en particular en el adagio, pasaje en el que Joaquín Rodrigo plasmó su tristeza por la pérdida de un hijo y que, sin duda, constituye la página más memorable e infinitamente reproducida en todo el mundo.
Precedido de un gran currículum de presentaciones en Europa y América, además de los títulos obtenidos en 15 certámenes nacionales e internacionales de guitarra, Pablo Garibay mostró lo que sabe hacer con sus manos: motivar al público con sus pulsaciones, registros diáfanos y acordes nítidos de su guitarra valenciana.
En el principio del noveno programa, la OSY interpretó “Jubilee”, festiva pletórica de alientos metales y percusiones del compositor estadounidense George Chadwick y que constituyó un estreno en Mérida.
De igual manera la OSY entregó por primera vez para el público yucateco la Sinfonía número 2 “Londres”, de Ralph Vaughan Williams, compuesta en cuatro tiempos y que evoca el ambiente grisáceo, pleno de neblinas, de la cosmopolita capital londinense.
La OSY reprodujo las campanas del famoso reloj Big Ben, cuya torre destaca junto al río Támesis y también lo hizo al final de la obra sin los remates estentóreos y descomunales que destacan otras del género sinfónico.
Lo negativo el concierto fueron las decenas de lugares o butacas vacías de personas que adquirieron su abono de antemano, pero no acudieron, mientras que muchos se quedaron con las ganas de presenciarlo.
(Jesús Mejía)