Mérida, Yucatán.- El arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, pidió a la grey católica de Yucatán encomendar sus oraciones para que en los próximos seis años el gobernador electo, Mauricio Vila Dosal, sea guiado por el Espíritu Santo en la búsqueda del bien común y la justicia.
En misa dominical, se pronunció porque el próximo mandatario estatal, que mañana entra en funciones, procure “el desarrollo integral de todos los habitantes de este gran estado, particularmente de los pobres y marginados, y conserve la paz tan deseada y difícil de construir para otros lugares de México”.
Expuso que “un desafío muy importante en la actualidad para Yucatán, para México y para el mundo, es el del cuidado de la ecología integral, y particularmente por el tema del agua, que es un vital líquido”.
Y recalcó: “por encima de cualquier interés económico está la preservación del agua para nuestra ciudad, para las futuras generaciones y para el mundo entero, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa la preservación del ecosistema”.
“Dios bendiga a nuestro nuevo gobernador”, manifestó el arzobispo de Yucatán en la expresión de deseos para la comunidad de Yucatán en la lectura de su homilía del domingo 26 del año gregoriano.
Recordó que hoy también es el día en el que termina el mandato del gobernador, Rolando Zapata Bello, de quien, dijo, le agradecemos todos sus afanes y desvelos en favor de nuestro estado de Yucatán durante estos pasados seis años.
“Dios nuestro Señor será su mejor juez y su mejor recompensa. Que Él lo lleve siempre por el camino del bien y del servicio a los demás”, comentó sobre el fin del sexenio estatal.
En el mensaje, citó la propuesta del candidato independiente a la presidencia, Jaime Rodriguez Calderon El Bronco, de “mochar la mano” a los ladrones, la cual, apuntó, algunos sectores de la sociedad vieron con aceptación.
Aludió a los Evangelios en el sentido de que si has de robar córtate la mano o sácate un ojo para no hacerlo. Esta radicalidad de Cristo, refirió, implica no caer en la tentación en el pecado.
En ese sentido, mencionó que hay ricos que obtuvieron sus recursos con base en esfuerzo y trabajo y que son justos y generosos con los más necesitados, pero hay otros, sentenció, que defraudan con el salario de los trabajadores.
(Jesús Mejía)